Barranquilla

martes, 26 de julio de 2011

La experiencia histórica de la inserción de Barranquilla en el sistema internacional desde fines del siglo XIX y sus posibilidades en el siglo XXI.


XIII Congreso de Colombianistas   Universidad del Norte    Barranquilla

Agosto de 2003


La experiencia histórica de la inserción de Barranquilla en el sistema internacional desde fines del siglo XIX y sus posibilidades en el siglo XXI.

Por Jorge Villalón


En las últimas décadas del siglo XX, la sociedad cristiana occidental ha expandido de manera intensa sus redes económicas transnacionales y sus sistemas de comunicación con la aplicación de tecnologías muy desarrolladas. Estos acontecimientos han transformado notablemente el escenario en donde las regiones, países y centros urbanos, están obligados a actuar ante el debilitamiento de los centros políticos y administrativos de los estados nacionales en proceso de debilitamiento y desintegración. La búsqueda de un lugar adecuado a esta nueva realidad, que permita la sobrevivencia de su gente y de sus recursos naturales, es el mas importante desafío que hoy se le presenta a una ciudad del Caribe como lo es Barranquilla.
Esta reflexión presenta dos aspectos principales. En primer lugar hay que darle una mirada a la situación actual de las teorías históricas y filosóficas, para ver hasta donde es posible hoy hacer una predicción de lo que va a suceder en el futuro. A continuación se hará una breve reseña de la experiencia histórica de Barranquilla en su relación con la civilización occidental, con un énfasis en la etapa mas reciente, desde cuando la ciudad se incorporó al sistema económico y cultural de Occidente en su fase de expansión industrial a fines del siglo XIX.

Tendencias actuales del pensamiento histórico y filosófico respecto a la visión del futuro


El ejercicio de pensar una ciudad como Barranquilla en el transcurrir del tiempo, es decir en la historia, ha estado siempre ligado a los conceptos filosóficos predominantes en cada época. En nuestro caso, se trata de visualizar el futuro de una ciudad del Caribe en el siglo XXI, hasta donde esto sea posible. La época actual, a la cual se la ha denominado moderna, tiene sus correspondientes fundamentos filosóficos sobre los cuales opera a su vez la reflexión sobre la historia.
La filosofía moderna está determinada por la idea que le asigna a la Subjetividad un significado central. El filósofo alemán G.W.F. Hegel, a principios del siglo XIX, fue uno de los primeros pensadores que intentó caracterizar nuestra época como de “libertad de la subjetividad”.[1] El concepto de Subjetividad se entiende como aquella capacidad del hombre de realizar una reflexión consigo mismo, ejercicio espiritual, cuyo descubrimiento  la tradición se lo atribuye a los griegos de la antigüedad, especialmente a Sócrates y los sofistas.[2] En el comienzo de la época moderna, Descartes proclama que su autoconciencia del yo, es decir la Subjetividad, se constituye en el fundamento de todo el pensamiento y del conocimiento. La ciencia se convierte entonces en la herramienta con la cual el hombre debe convertirse en dueño y poseedor de la naturaleza, tal como lo formulara en la sexta parte del Discurso de 1637. [3] La idea del progreso se convierte entonces en algo determinante, ya que a través de el se alcanzaría la meta final del hombre en la historia.
Este principio metafísico se radicaliza en el transcurso de la historia moderna. Inmanuel Kant parte de la base de un yo consciente trascendental y plantea el progreso moral del hombre, quien camina hacia una sociedad perfecta organizada sobre la base de un individuo racional y de leyes universales. A mediados del siglo XIX, Hegel alcanza la plenitud de este pensamiento cuando habla del “Espíritu del Mundo”, que atraviesa el mundo y en cuya historia se impone la razón y la libertad.[4] 
Desde fines del siglo XIX, y hasta ahora, se produce una reacción contraria: la Subjetividad, y con ellas la metafísica, pierden su poder. Ya no se considera a Dios como el hacedor de la Historia, como tampoco a el “yo pienso” moderno. Para el naturalista Charles Darwin, lo que determina el curso de la historia son la leyes de la evolución de las especies, dentro de las cuales está el hombre sometido. Para Sigmund Freud es el instinto sexual y para Karl Marx, el motor de la historia es de naturaleza material y económica. Finalmente, al cerrar el siglo XIX, Friedrich Nietzsche declara que el yo y la voluntad, conceptos básicos de la modernidad, son simples invenciones. En una de sus intempestivas, destruye, además, la concepción tradicional de la idea de la historia como una secuencia ordenada de eventos, proponiendo una manera distinta de ver el pasado basada en la conciencia crítica que cada generación, para que pueda vivir, está obligada a someter el pasado ante el tribunal de la vida. Historia es, entonces, la memoria de los hechos que a cada generación le parecen pertinentes o necesarios para su intento de comprender el presente. De esta manera queda excluída para Nietzsche cualquier posibilidad de predecir el futuro del hombre sobre la tierra. La historia deja de ser, a partir de su propuesta, un relato con un principio y con un fin.[5]  
En la actualidad, la destrucción de la subjetividad continúa en el llamado pensamiento posmoderno, en el cual se afirma que el yo es una fábula, y que, además, no constituye una unidad sino una multiplicidad. Finalmente, se proclama la muerte de la Subjetividad. Este desarrollo del pensamiento filosófico llamado “posmoderno”no se puede descartar, pero tampoco se puede estar de acuerdo en que la Subjetividad murió. Quien da cuenta de la muerte de la Subjetividad es la Subjetividad misma. Desde Nietzsche, y sobre todo desde Heidegger y sus discípulos, la Suibjetividad sigue siendo quien da cuenta de la situación,  pero en una relación diferente con el mundo. Se acepta cierta impotencia de la Subjetividad frente a los desafíos que tiene el hombre en la actualidad. Se acepta que la Subjetividad tiene ahora una posición discreta en la realidad, que ya no corresponde al ideal moderno de una Subjetividad elevada por sobre la historia y la naturaleza. De todos modos, el reconocimiento que la propia subjetividad hace de su finitud, no le impide seguir pensando sobre ella misma y sobre la dialéctica de su relación con el mundo. La relación consigo mismo continúa haciéndose, y esto ejerce influencia en el mundo. Pero al mismo tiempo, el mundo ejerce también su influencia en la Subjetividad. Esta estructura, que muestra una relación deteriorada con el mundo no es posible de superar y forma parte de una situación inevitable para el hombre.
Con base a lo anterior, es imposible hoy hacer predicciones sobre el futuro y sobre el desarrollo histórico del género humano. Esta predicción solo fue posible gracias al pensamiento metafísico moderno. Sin pensamiento metafísico no hay posibilidad de mirar el futuro con optimismo y con la seguridad de que el hombre es capaz de realizar sus proyectos. Al pensamiento humano, con su ciencia, su experiencia, sus saberes, etc., es decir a la Subjetividad humana en su conjunto, solo le queda apostarle a sus posibilidades, las cuales tiene que reconocerlas en la historia, la de largo aliento y la reciente. Estas posibilidades que tiene el hombre hoy deben ser reconocidas de la mejor manera posible, también desde la historia, que nos enseña lo que hemos podido ser hasta ahora y lo que se nos presenta en el porvenir en el horizonte que nos da la libertad. El pensador más importante de esta concepción de la historia es Martín Heidegger, formulada  a principios del siglo XX en su obra Ser y Tiempo de 1927, quien define a la historia como “ el específico acontecer en el tiempo del Dasein existente, de tal manera que se considera como historia en sentido eminente el acontecer ‘ya pasado’ y a la vez ‘transmitido’ y siempre actuante en el convivir”.[6] El horizonte abierto por Nietzsche, encuentra en Heidegger una formulación rigurosa y sistemática de enorme influencia hasta nuestros días, como por ejemplo las formulaciones de Hans G. Gadamer sobre lo que el llama “historia efectual”, (Wirkungsgeschichte).[7]      

Con base en lo anterior, y tratándose de Barranquilla, es imposible hoy en día fundamentar de manera filosófica una predicción sobre su futuro, salvo que se recurra al pensamiento metafísico todavía vigente en el siglo XIX. Siguiendo a Heidegger, y a su discípulo Gadamer, solo nos queda intentar saber cuáles son las posibilidades que tiene la ciudad en este momento presente. Luego, el reconocimiento de estas posibilidades solo se puede hacer mirando nuestra propia historia, nuestro pasado, que habría que recoger para tomar fuerza y apostarle a las limitadas posibilidades que aun tenemos en el comienzo del tercer milenio.


Algo de historia de Barranquilla


El lugar donde esta situada la ciudad de Barranquilla, en la orilla occidental del río Magdalena unos kilómetros antes de su desembocadura en el Mar Caribe, fue poblada por los grupos indígenas desde hace unos tres mil años.[8] Durante la conquista española, surgió de manera espontánea, en el siglo XVII, un caserío de mestizos libres que se dedicaron a labores agropecuarias, al comercio y al transporte.[9] En esta condición, el poblado permaneció al margen de la historia hasta mediados del siglo XIX, cuando de pronto se convirtió en el paso obligado del comercio exterior de Colombia, en los mismos momentos en que el país se insertaba en el sistema económico internacional a través de la producción y exportación de tabaco, primero, y luego de café.
La inserción de Colombia en el sistema internacional, y de Barranquilla como su puerto, ocurrió en el momento en que el proyecto de la modernidad alcanzaba su punto culminante con el desarrollo de la sociedad industrial en Europa y los Estados Unidos. Barranquilla se convirtió, en este contexto, en una ciudad vinculada con la cultura material y espiritual de occidente, compartiendo además, la idea del progreso ampliamente aceptada en ese momento. La función de Colombia en el sistema económico mundial fue la de proveedora de café para las naciones en proceso de industrialización, y a Barranquilla le correspondió hacer el papel de puerto exportador.[10] 
En la segunda mitad del siglo XIX, Barranquilla era una aldea insignificante a orillas de la desembocadura del Río Magdalena, que en 1871 inicia un crecimiento urbano al calor de las exportaciones de tabaco, primero, y luego del café hacia los mercados de Europa y Estados Unidos a través de un ferrocarril que conectó a Colombia con los centros industriales y comerciales del mundo, y al mismo tiempo fue también una conexión cultural con la civilización occidental. El intercambio comercial con el mercado mundial atrajo a inmigrantes de varias partes del mundo y Barranquilla se convirtió en la ciudad colombiana que experimentaba los más notorios índices de crecimiento en aspectos económicos y demográficos. Entre 1870 y 1950 pasó de aproximadamente 10 mil habitantes a 300 mil, que muestra un crecimiento explosivo.[11]
Todo este proceso de auge comercial es el período que más ha cautivado y ocupado a los historiadores de la ciudad. En el primer libro sobre historia de Barranquilla, por parte de dos distinguidos cronistas, que fue publicado en 1922, podemos observar el  entusiasmo de sus autores con le que ocurría en la ciudad: “Fue en aquel año ( 1871) cuando comenzó el desenvolvimiento de esta ciudad y cuando por su condición de vigoroso elemento nuevo vio surgir todos aquellos progresos que la colocan actualmente en un plano de superioridad muy diverso de su primera etapa, la que consideramos expirada en 1875. En efecto, las empresas con que hoy cuenta, tales como el mercado público, el acueducto, la luz eléctrica, las fábricas, el comercio activo, las industrias, el teléfono, el tranvía, por un aspecto, y la vida intelectual, como el periodismo, las artes, etc. por otro, fue en una nueva época cuando surgieron y florecieron”.[12]   
En los años veinte, Colombia incrementó de manera espectacular el cultivo y la exportación de café, que salía a los mercados de Estados Unidos y Europa a través de la conexión ferroviaria de Barranquilla hasta Puerto Colombia a escasos 15 kilómetros del puerto fluvial a donde llegaban los vapores bajando por al gran Río Magdalena. Por esta misma vía entraban a Colombia todas las importaciones provenientes del hemisferio norte, hasta que aparece en el horizonte el puerto de Buenaventura  en la costa pacífica, que en la década de los años treinta logra superar a la conexión de Barranquilla en la cantidad de sacos de café y luego en las importaciones. A pesar de esto, y quizás como una manera de competir con Buenaventura, los dirigentes de Barranquilla se decidieron a construir un puerto a los pies de la ciudad misma, a orillas del río y alejado algunos kilómetros de la desembocadura. Para que esto fuera posible, es decir, para que los barcos pudieran entrar al puerto, fue necesario llevar a cabo una descomunal obra civil con dos tajamares que angostaran la boca del río para producir un canal de acceso que aprovechara la misma fuerza del río.   
Como ya se ha mencionado, a fines del siglo XIX, la sociedad industrial alcanzó un desarrollo sin precedentes y la idea del progreso era aceptada casi como un dogma religioso en Europa, Norteamérica y también en Barranquilla, y servía de argumento para justificar las decisiones relacionadas con la organización de la actividad económica. En 1924, y a manera de ejemplo, en un número especial de la Revista de la Cámara de Comercio de Barranquilla, se escribía lo siguiente: “Barranquilla ha confrontado en varias ocasiones circunstancias difíciles en la marcha ascendente de su progreso.” y a propósito de las obras de Bocas de Ceniza veía en su ejecución “el advenimiento de una nueva era de progreso y engrandecimiento.” Para el pionero norteamericano Parrisch, uno de los líderes cívicos de la época, el proyecto haría de Barranquilla  ..la ciudad industrial mas grande del Caribe”.[13]
El proyecto de Bocas de Ceniza, culminó en su parte más importante en el año 1936 con una inauguración muy festejada por la mayoría de la población de la ciudad, después de muchos años de movilizaciones masivas de la población que exigía del gobierno nacional los recursos necesarios para terminar el proyecto. Los antecedentes que han recabado los historiadores de la ciudad, indican que en las décadas de los veinte y treinta, la ciudad alcanzó el máximo grado de desarrollo y de progreso, tal  como lo deseaban los grupos dirigentes de la época.
A partir de los años cuarenta del siglo XX, Barranquilla comienza a perder su posición de puerto frente a Buenaventura y el impulso industrial comienza un decaimiento que dura hasta nuestros días.[14] Esta situación de decaimiento de la industria no fue percibido por la dirigencia de la época, debido en gran parte, a que la ciudad experimenta entre los  años 1947 y 1957 una  década de auge comercial sin precedentes, como resultado  de la política de comercio exterior liberal del presidente Laureano Gómez y que los importadores de Barranquilla  aprovecharon muy bien. De la misma manera los exportadores de café viven el último auge por el aumento de los precios y en parte también de la cantidad exportada. Durante esta “prosperidad de milagro” de los años cincuenta,  rebrota nuevamente con mucha fuerza la idea del progreso, que a pesar del decaimiento de la industria, el aumento inusitado de las importaciones produce la ilusión de que la ciudad retomaba nuevamente el impulso de los años veinte y treinta.[15]  Los editoriales y los informes de la Cámara de Comercio ilustran muy bien el estado de animo que reinaba en estos años. En 1955 se dice por ejemplo que “Barranquilla sigue describiendo su curva indeclinable de progreso” y los informes de los años siguientes son del mismo tenor y un destacado dirigente de la época publicó en 1955 un libro con el título de: “Barranquilla: una economía en expansión”. Esta prosperidad de milagro se acabó de manera repentina en 1957 y 58 cuando se desarmo el cuadro favorable. Las divisas del país se agotaron, el Frente Nacional refuerza el centralismo de la capital, cambió la política exterior con limitaciones drásticas a las importaciones y el desarrollo de la industria agotaba sus posibilidades en toda América Latina.  De esta manera la ciudad inicia los años sesenta con una crisis industrial y comercial al mismo tiempo, que se ve agravada por la inmigración masiva de campesinos de las regiones aledañas a la ciudad que hacen mas grave el desempleo estructural y surgen los tugurios con sus secuelas de caos urbano y deficiencia de los servicios públicos.[16]
El cuadro de los años sesenta prácticamente no cambia hasta mediados de los años ochenta y mas bien se produce un agravamiento de los problemas urbanos. La idea del progreso en estas décadas, entre 1965 y 1985, aproximadamente, continua escuchándose en los medios de comunicación y en las declaraciones de la dirigencia política y gremial sin mayores variaciones. Es posible que durante estas décadas haya comenzado a pensarse la ciudad con la Utopía al revés, es decir la idea del progreso que había surgido cien años atrás como una visión futurista, ahora se invierte y comienza a verse en el pasado ante la frustración del presente. Con esta nostalgia del pasado, comienza a articularse el discurso ya tan conocido por las últimas generaciones que nos habla de que la ciudad fue pionera en aviación en navegación a vapor, en telefonía, en la radio y la prensa, etc. Esta visión de la Utopía al revés, formulada por el eminente biólogo Francisco Alvarez Iguarán, aun perdura y se puede leer a menudo en la prensa local y en los discursos políticos.[17]
Ante la decadencia de la industria, siempre se estaba a la espera de un renacimiento comercial y a un aumento de la carga movilizada por el puerto, pero las expectativas no se cumplieron. En la década de los ochenta, las estadísticas muestran un empeoramiento de la situación en casi todos los frentes. La carga movilizada por el puerto tendió a la baja, con un aumento discreto en los muelles privados. Santa Marta y Cartagena se ubican por encima de Barranquilla y Buenaventura mantiene un volumen de casi  tres millones de toneladas anuales. La secuela de la crisis industrial se reflejó en los altos índices de desempleo que se registraron durante la década. En Marzo de 1989, el Dane realizó una Encuesta Nacional de Hogares, con la cual se trató de hacer una aproximación a la estructura del empleo en Barranquilla, cuyos resultados son muy ilustrativos con relación a las discusiones sobre al futuro de la ciudad. Los sectores empresariales se mostraban interesados en fomentar el sector industrial de la economía, al cual consideraban como el motor de todos los demás, de manera que sus propuestas para el desarrollo urbano deberían favorecer la inversión en este sector. La historiografía y los informes económicos que aparecieron en esta década, reflejan el interés de los grupos empresariales por este problema, por ejemplo, la publicación en Agosto de 1987 de un artículo que llevaba por título una pregunta: ¿Por qué se disipó el dinamismo industrial de Barranquilla? A este estudio se le sumaron varios otros que intentaban esclarecer este problema que era de plena actualidad. Pero ¿Qué dijeron las estadísticas del Dane? Los resultados demostraron que la gran mayoría de la gente que trabajaba en la ciudad lo hacía en sectores diferentes al industrial. El 33% lo hacía en la rama de servicios personales, el 30.5% en comercio, restaurantes y hoteles, el 6.4% en transporte y comunicaciones, el 5.8% en establecimientos financieros, y en la rama de la industria solo el 15.7%. A pesar de la claridad de las cifras, que indicaban que la economía de la ciudad se movía alrededor del comercio y los servicios, el discurso industrialista continuó, y continúa hasta el día de hoy casi sin modificaciones. Respecto a servicios públicos, la gravedad de la situación era percibida por los habitantes en su cotidianidad, y ha sido corroborada por la información estadística. En efecto, el cubrimiento en materia de acueducto en 1988 alcanzaba apenas a un 55.7% en promedio, lo que significa que la mitad de la población no tenía acceso directo al agua potable y estaba obligada a someterse a la especulación de los famosos carros-tanque de triste recordación para los barrios más pobres de la ciudad con los excesivos precios que debían pagar las familias de bajos recursos, además de los peligros de contaminación de las latas que se utilizaban. En cuanto al servicio de alcantarillado, la cobertura llegaba a un 48.9 %, según un informe de las Empresas Públicas Municipales para el período 1985-1986. Sin lugar a dudas que toda esta situación creaba un ambiente de malestar y un desencanto de la población con la dirigencia de la ciudad.
Los conflictos políticos que surgieron a mediados de los ochenta en torno a los problemas que enfrentaba la ciudad no se resolvieron en esta década y los grupos continuaron  disputándose la dirección política de la urbe. Ninguno de los frentes políticos que se conformaron en los años ochenta pudo imponerse sobre el otro y el conflicto se postergó. Dos acontecimientos van a marcar el final de esta confrontación. En primer lugar la Asamblea Nacional Constituyente, que obligó a casi todos a replantear sus alianzas y sus discursos ante el cambio que produciría el nuevo orden legal. El Movimiento 19 de Abril se incorpora de lleno a la vida política con cargo ministerial y llega a ejercer influencia en el acontecer político de Barranquilla, pero lo que más incidió en el surgimiento de un nuevo escenario de la política en Barranquilla fue el Movimiento ciudadano con el apoyo de una coalición pluripartidista, por el M-19 y por los grupos sociales más empobrecidos de la ciudad que asume la alcaldía del distrito. A la cabeza del recién creado Movimiento Ciudadano, Bernardo Hoyos, cuyos discursos se inspiran en la teología de la Liberación, domina toda la política de la ciudad durante toda una década, en la cual la ciudad logra solucionar en gran parte el problema de sus servicios públicos, en un ambiente de privatizaciones, en el cual el sacerdote jugó un papel importante que contó con el apoyo financiero del gobierno central de Bogotá. Bernardo Hoyos, fiel a sus principios de la Teología de la Liberación que habla de la “opción preferencial por los pobres”, solo tuvo esa preocupación, solucionar  las necesidades más urgentes de los mas empobrecidos de la ciudad, que en ese momento era el agua potable y el alcantarillado. La vocación de la ciudad, su evolución económica, el fomento de una economía urbana que permita un mínimo empleo a la mayoría de sus habitantes, el tema del puerto, el medio ambiente, el ordenamiento y la planeación urbana, fueron temas mas bien  secundarios durante su administración. El mismo y sus seguidores, respecto a estos temas, se limitaron a reproducir los mismos gastados discursos sobre un supuesto deseo general de progreso infinito de la urbe. La gran discusión sobre el futuro y el papel que le corresponde a Barranquilla en un mundo global, que no se resolvió en los ochenta y que se postergó durante la década de Bernardo Hoyos, es un tema que aun está a la espera de que sea enfrentado por los grupos políticos, por los gremios, los sindicatos, etc., y por los académicos, intelectuales y artistas que en la última década tienden a ganar mas espacios en donde dar a conocer sus trabajos. 
Los grupos políticos de la década de los ochenta ya no son los mismos. El sector del Nuevo Liberalismo tuvo un momento interesante con la elección del gobernador Gustavo Bell, quién orientó algunas de sus políticas con base a los planteamientos de este movimiento al cual era cercano, como también a la Cámara de Comercio y el Comité Intergremial. La casi desaparición del Nuevo Liberalismo de la escena política, pudo haberse producido por el comportamiento del sector industrial de la ciudad durante la década de los años noventa, en donde las cifras estadísticas demuestran que la tan esperada apertura económica no favoreció a este sector, lo que obliga a reflexionar nuevamente sobre el mismo problema que se había comenzado a discutir en los años ochenta, es decir, el tema de la vocación de la ciudad, de sus fortalezas, de su tradición histórica, y especialmente el rol que le cabría al sector industrial en el desarrollo económico de la urbe.     
Los grupos liberales que de tendencia El sector político liberal alrededor del Misol, se enfrentó al fuerte desafío del Movimiento ciudadano, que comenzó a disputarle su electorado en los barrios populares con discursos similares, como también en el reclutamiento de los dirigentes que provienen de los mismos estratos sociales. Se han producido algunos cambios y han surgido nuevas caras, pero en general, este frente ha logrado mantener un caudal electoral y una presencia política importante en la ciudad que se ha auto calificado como una “fuerza necesaria” en el contexto político local Algunos grupos desaparecieron, como el FUL de Juan J. Slebi; el sector  de Mayorías Liberales se ha debilitado. Los grupos conservadores han tenido cambios parecidos a los liberales, en el sentido de que han aparecido figuras nuevas y continúan siendo un factor importante del poder político. 
El movimiento ciudadano, después de una década de intensas experiencias en el ejercicio del poder, está a la espera de mostrar su capacidad de convocatoria en las próximas elecciones para la alcaldía del distrito. Como todos los grupos políticos de la ciudad, también están frente al desafío del nuevo milenio, que ya no es el mismo de mediados de los ochenta, ni tampoco de los noventa. Los discursos se perciben obsoletos, en el sentido de que ya no responden a las necesidades reales de este conglomerado humano de mas de dos millones de habitantes buscando un lugar decoroso en el país y en el mundo. La evolución de la vida urbana en general, y el éxito las dirigencias políticas, se decidirá en el plano de las ideas que se muevan, las cuales ya no pueden ser  las de los ochenta. Ya no se trata de remplazar a una clase dirigente, ni tampoco de excluir a los grupos nuevos, ni de ampliar la cobertura de los servicios públicos básicos para los mas empobrecidos, y sobre todo, ya no caben en la nueva realidad aquellas visiones demasiado optimistas heredadas del proyecto de la modernidad, como el paraíso terrenal de la sociedad industrial, o como las utopías liberales o socialistas de igualdad de oportunidades. En las actuales discusiones sobre el presente y futuro de Barranquilla, es posible que los académicos, intelectuales y artistas también tengan algo que decir respecto a nuestro lugar en la aldea global, sobre todo el tema del ordenamiento urbano adecuado que debe tener la ciudad en la realidad del mundo actual.
Al comenzar el tercer milenio, la dirigencia de la ciudad está enfrentada frente a un gran desafío, diferente a los anteriores y que exige una profunda revisión de las ideas que predominaron en el siglo XIX y XX, sobre todo la idea del progreso que compartieron todas las potencias mundiales hasta hace unos treinta años atrás. Hoy la situación es distinta y se hace necesario un replanteamiento de las viejas convicciones. El ejercicio mas importante es formarse un cuadro, una imagen de lo que puede ser Barranquilla en las próximas décadas, es decir de sus verdaderas posibilidades que ella tiene. Nuestra reflexión pretende, precisamente, hacer una contribución a este necesario debate a través de una reflexión desde la historia, como la disciplina que tiene como objeto comprender las acciones de los hombres en el tiempo. 


Fin del documento


[1] HEGEL, Georg .W.F. Fundamentos de la filosofía del derecho. Berlín, 1821. Nr. 273 . Adición al final del capitulo.
[2] CRUZ VELEZ, Danilo. Filosofía sin supuestos. De Husserl a Heidegger. Primera edición en 1970 en Argentina en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires. Segunda edición en Colombia en Noviembre de 2001 en la Editorial de la Universidad de Caldas. Colección Artes y Humanidades; DESCARTES, René. Meditaciones metafísicas. Madrid: Alba, 1987.
[3] DESCARTES, René. El discurso del método. 1637.  Parte Sexta
[4] Sobre este tema véase: Schulz, Walter. Der gebrochene Weltbezug. Suttgart: Neske Verlag, 1994.

[5] NIETZSCHE, Federico. Sobre la utilidad y los perjuicios de la historia para la vida. MADRID.
[6] HEIDEGGER, Martin. Ser y tiempo. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, 2002. p. 395. En el original en la página 379. Sein und Zeit. Tübingen: Max Niemeyer Verlag, 2001.
[7] GADAMER, Hans G. Wahrheit und Methode. Band I. Tübingen: Mohr, 1986. p. 305 ss. En español: Verdad y método. Salamanca: Ediciones Sígueme, 1997. p. 370 ss.
[8] Sobre el pasado precolombino de Barranquilla y el Departamento del Atlántico: ANGULO, Carlos. La tradición Malambo. Bogotá: Banco de la República, 1981.
[9] BLANCO. José Agustín. El norte de tierra adentro y los orígenes de Barranquilla. Banco de la República. Bogotá. 1987.
[10] Sobre este momento histórico véase: NIETO A., Luis E. El café en la sociedad colombiana. Bogotá: El Ancora, 1992.
[11] Sobre este período de la historia de la ciudad se ha escrito bastante. Véase, por ejemplo. VILLALON, Jorge. Compilador. Historia de Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2000; NICHOLS, Theodore. Tres puertos de Colombia. Estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla. Bogotá: Biblioteca del Banco Popular, 1973. POSADA, Eduardo. Una invitación a la historia de Barranquilla. Bogotá: Cerec, 1987; RODRIGUEZ, Manuel y RESTREPO, Jorge. Los empresarios extranjeros de Barranquilla. 1820-1900. En: Desarrollo y Sociedad. Nr. 8. Bogotá: Uniandes, 1982. ZAMBRANO, Milton. El desarrollo del empresariado en Barranquilla. 1880-1945. Barranquilla: Universidad del Atlántico, 1998. VERGARA, Ramón y BAENA, Fernando. Barranquilla, su pasado y su presente. Barranquilla: Banco Dugand, 1922.
[12] VERGARA y BAENA, 1922. Op. Cit. Prólogo.
[13] Citado por CARBO, 1987. Op. Cit.
[14] Sobre la decadencia de la industria en Barranquilla en el siglo XX véase: MEISEL ROCA, Adolfo. ¿Por qué se disipó en dinamismo industrial de Barranquilla? En: Lecturas de Economía. No. 23. Mayo-Agosto de 1987. Medellín, 1987; Evolución de la industria manufacturera en Barranquilla. En: Revista del Banco de la República No. 735, Enero de 1989; ¿Por qué perdió la costa Caribe el siglo XX? En: Revista del Banco de la República. Vol. LXXII No. 856. Febrero de 1999;
[15] VILLALÓN, Jorge. Barranquilla durante la época de la prosperidad de milagro. En: Revista Huellas Nr. 40. Barranquilla: Uninorte, 1994.
[16] USANDIZAGA, Elsa y HAVENS, Eugene. Tres barrios de invasión. Bogotá: 1966.
[17] Sobre la percepción de historiadores e intelectuales en Barranquilla véase: VILLALÓN, Jorge. Barranquilla y sus historiadores. En: VILLALÓN, 2000. Op. Cit.

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