Barranquilla

viernes, 22 de julio de 2011

Cuatro momentos en la vida del centro histórico de Barranquilla

Este texto fue presentado en el Taller Internacional “Renovación de Centros Históricos en Grandes ciudades Latinoamericanas”, que tuvo lugar en la Universidad del Norte en Septiembre de 2006.Fue publicado en: VERGARA, Ricardo. (Editor) Renovación de Centros Históricos en grandes ciudades latinoamericanas. Barranquilla: Ediciones Uninorte, Marzo de 2008.

Cuatro momentos en la vida del centro histórico de Barranquilla

Por Jorge Villalón

Introducción

La mayoría de las ciudades de América Latina han tenido que enfrentar en las últimas décadas del siglo XX una serie de problemas ocasionados por el aumento desmesurado de la cantidad de sus habitantes. Este fenómeno continental tiene su origen en las migraciones desde las zonas rurales hacia los centros urbanos desde fines del siglo XIX,  y que después de la segunda guerra mundial se incrementaron de tal manera que desarticularon el funcionamiento de las grandes ciudades. Las estadísticas disponibles nos muestran que a mediados del siglo XX solo el 30%  de los colombianos vivía en centros urbanos y el 70% en zonas rurales. Al finalizar el siglo, estas cifras se han invertido de manera irreversible transformando a América Latina en una sociedad urbana con todas las consecuencias positivas y negativas que este fenómeno ha producido. Este proceso de urbanización comenzó a fines del siglo XIX en el momento en que América Latina se incorporaba a las redes comerciales con Europa como abastecedora de materias primas y alimentos y como mercados para la producción industrial del viejo continente.[1]
La más importante manifestación que produjeron las migraciones fue el surgimiento de los cordones de miseria alrededor de las ciudades con sus correspondientes problemas de servicios públicos, desempleo, inseguridad y pobreza material y humana. Estas crisis urbanas fueron enfrentadas de manera distinta por cada una de las ciudades dependiendo de la situación en que se encontraban en el momento en que las migraciones se masificaron, lo que a su vez determinó la evolución posterior de ellas.
De cualquier manera, todas las ciudades latinoamericanas se vieron afectadas por este fenómeno del crecimiento demográfico producido por las migraciones, y la diferencia entre ellas va a estar determinada no solamente por la capacidad económica o las decisiones de tipo político de cada ciudad, sino que también por el efecto que tiene el pasado remoto de cada ciudad en la manera como sus habitantes van enfrentando las dificultades. La ciudad de Barranquilla, en comparación con otras ciudades de Colombia como Bogotá, Medellín y Cali, fue la que menos inmigrantes recibió, sin embargo fue las más afectada por este fenómeno, cuyos efectos se manifestaron mas claramente en su desarrollo urbano y en el sistema de servicios públicos.    
Este trabajo tiene como objetivo mostrar algunos aspectos de aquel remoto pasado de la ciudad de Barranquilla que aun hoy inciden en el acontecer cotidiano de sus habitantes y que es necesario conocer como un referente para todos aquellos que están interesados en la recuperación o en la solución de los problemas de la ciudad y del CHB en particular. Uno de estos aspectos es la historia de estos núcleos germinales de las ciudades, que en desde hace un tiempo reciben el nombre de “centros históricos”, para indicar el hecho de que cada ciudad tuvo un inicio en algún punto determinado, ya sea por un acto fundacional o por surgimiento espontáneo. El surgimiento y posterior evolución de Barranquilla es el aporte que puede hacer hoy la historiografía para la búsqueda de soluciones a los múltiples problemas que tiene este conglomerado que agrupa hoy a más de dos millones de habitantes. La necesidad del conocimiento del pasado de los centros históricos de las ciudades se hace más urgente en los casos, como Barranquilla, en que la crisis urbana afectó de manera dramática estos núcleos germinales. Existe además la creencia de que la recuperación y reordenamiento territorial de una ciudad comienza con la restitución de los llamados centros históricos.
La reconstrucción del pasado del CHB se enfrenta a una serie de características que la hacen bastante diferente a las ciudades hermanas de Cartagena y Santa Marta. Uno de los objetivos de este trabajo es precisamente llamar la atención sobre aquellos aspectos específicos que presenta el CHB, los cuales siguen y seguirán ejerciendo un efecto importante en la conciencia y en la cotidianidad de aquellos que habitan y circulan a través de sus calles. Se tratará, entonces, de agrupar la información que está disponible que sea de utilidad para la actual generación interesada en su recuperación.
Con base a lo anterior, se pueden distinguir cuatro momentos en la vida del CHB. El primer momento es el atracadero de canoas y los pueblos de indios anteriores a la conquista española; el segundo momento es el sitio de libres de la época colonial; el tercero es cuando el caserío entra a la historia como un eslabón importante del comercio exterior colombiano en su condición de puerto fluvial y el cuarto y último momento es la crisis actual después de la historia.                          

La zona del centro histórico en la época precolombina

El lugar geográfico en donde se encuentra el llamado CHB, como parte integrante de la desembocadura del Río Magdalena en su margen izquierda, fue habitado desde los principios de la era cristiana por indígenas horticultores que combinaban esta actividad con la pesca y la recolección de moluscos. La evidencia más antigua que se conoce corresponde al año 365 d.C., lo que nos indica que este lugar tiene una antigüedad de unos dos mil años como vividero humano.[2] Antes de la conquista, ya existían los caños anexos al Río Magdalena, que han venido evolucionando al ritmo del mismo río en su búsqueda de estabilizar su curso.[3] Estos caños sirvieron para que los grupos indígenas se reunieran a la orilla del caño para participar en un sistema de intercambios de alimentos y artesanías cuyo centro estaba en Ciénaga, adonde acudían grupos del bajo Magdalena y de la Sierra Nevada.[4] Lo anterior significa que en el momento en que aparecen los españoles a principios del siglo XVI, el lugar en donde hoy se encuentra el CHB ya era un centro de intercambios y trueques entre diferentes grupos indígenas de la región del Bajo Magdalena desde hacia mas de mil años.   
Según Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, el cronista que en 1533 acompañaba al conquistador Pedro de Heredia buscando un sitio en donde fundar una ciudad española, cuando llegaron a la orilla del caño lo que encontraron en el lugar fue un atracadero de canoas que se comunicaba con el río y con el mar por una ciénaga y unos caños. Después de haber estado en las cercanías en la localidad de Galapa, el cronista nos cuenta que:
“De allí se partió el gobernador el mismo día, e llegó a dormir en la costa del río Grande: no halló allí pueblo sino un varadero de canoas, y estaban allí unos indios mercaderes de la gobernación de Sancta Marta, que tenían dos canoas llenas de camarones secos que traían por mercadería, e yban a aquel río Grande a tractar con aquella mercadería e con sal e otras cosas”. [5]  

 Según este valioso documento podemos afirmar con cierta seguridad que a la llegada de los españoles en el siglo XVI, el CHB ya estaba poblado por grupos indígenas que utilizaban el atracadero de canoas para el comercio.
A fines del siglo XX,  el arqueólogo Carlos Angulo publicó algunos artículos en donde menciona la existencia de varios asentamientos indígenas en el casco urbano de Barranquilla.[6] Como una característica de estos grupos se señala que vivían dispersos en un área relativamente grande con unidades familiares limitadas a unas pocas viviendas. El lugar del CHB no es el único habitado en lo que actualmente es la ciudad, había otros grupos, pero el llamado a tener más importancia era el situado a orilla del caño, que le permitía un contacto permanente con los otros pueblos indígenas de la región.  
La arqueología también da cuenta del hallazgo de un enorme cementerio indígena ubicado en el Barrio abajo, a un costado del actual CHB, que es una evidencia más sobre la antigüedad del lugar.[7] Este descubrimiento no fue hecho por arqueólogos sino que por el ingeniero Antonio Luis Armenta, quien en 1898 estaba a cargo de la construcción de las líneas de una red para un tranvía. El testimonio escrito del ingeniero Armenta describe un cementerio que cubre una superficie importante en lo que actualmente se conoce como Barrio Abajo. Hasta ahora nadie ha realizado excavaciones sistemáticas para aclarar el misterio de este cementerio, pero lo que si queda claro es que el lugar estuvo habitado mucho antes que los españoles llegaran.    
 


II.- El Sitio de Libres de las Barrancas de Camacho
     

Además de las evidencias arqueológicas, que dan cuenta de la existencia de varios pueblos de indios en el actual radio urbano que se ubicaban de manera dispersa, existen unas evidencias documentales sobre uno de estos pueblos de nombre Camacho, probablemente el que habitaba en la zona del actual CHB o cerca de allí. Este pueblo desapareció como tal a mediados del siglo XVI por la dinámica de la colonización española. Como todos los pueblos indígenas, primero se transformó en una encomienda asignada a Domingo de Santa Cruz en 1549. Diez anos después, los nativos del pueblo de Camacho, unas 70 personas en total, fueron retirados del lugar y llevados a Galapa por un abuso de autoridad del alcalde de Cartagena, según testimonio de la viuda del encomendero de Camacho, quien en una carta reclamaba a las autoridades judiciales por la injusticia cometida contra ella después de la muerte de su esposo, que la dejaba sin una herencia legitima.[8]
A principios del siglo XVII, y en un proceso aun no esclarecido por la historiografía, el lugar en donde se encontraba el pueblo de indios de Camacho se convirtió en un “sitio”, lo que significa que se comenzó a poblar de personas jurídicamente libres. Los negros esclavos vivían sometidos a sus amos, los indios debían permanecer en sus respectivos pueblos y los españoles vivían en las ciudades fundadas por ellos. Ninguna persona perteneciente a estos definidos grupos raciales podían buscar una residencia en los llamados sitios. Este aspecto es importante para el caso de Barranquilla, porque explica las razones por las cuales nunca existieron esclavos, como tampoco indígenas, pero sí los hijos de españoles y negras, es decir mulatos, los hijos de las mujeres indias, los hijos de africanos con mujeres indias y las posteriores variaciones que se produjeron en muchas partes del nuevo continente. Con base a lo anterior se puede afirmar que este hecho tan remoto ha continuado teniendo efectos hasta el día de hoy, sobre todo para explicar el carácter  y la manera de ser de la gente, que tiende siempre hacia una actitud de indiferencia frente a lo que es oficial, pero por otra parte ha hecho posible una convivencia y una tolerancia que no se observa en las ciudades sujetas a la autoridad directa de España. A principios del siglo XVII, en 1610, se encuentra la evidencia documental de un capitán de nombre Juan Maestre, que permite afirmar que ya era un sitio.[9] Es importante destacar la definición del significado de Sitio de Libres, ya que es una condición que acompaña a la ciudad desde sus orígenes hasta el día de hoy, como algo vivo que se puede percibir en la cotidianidad del habitante del CHB y en gran parte de la actual ciudad. El obispo Diego de Peredo nos dejó un valioso testimonio escrito sobre esto en 1772, cuando nos dice que:
“El nombre de Sitio se da en esta provincia (Cartagena) a todo lugar que tenga alguna población aunque corta aunque no sea ciudad, villa o pueblo (que es significativo de los que lo son de indios); el vecindario de los sitios es mixto y común de los españoles, mestizos (que lo son los hijos de españoles con indias), negros, mulatos (que denominaban así a los hijos de blancos y negras), zambos (a los hijos de mulatos y negras) y otras tales mixiones que tienen  sus determinadas denominaciones; y estos generalmente se nombran libres por distinguirse de los indios tributarios”. [10]

Entre 1560 y la tercera década del siglo XVII, el lugar debe haberse poblado por personas libres de todos los colores, lo que seguramente motivó al encomendero de Galapa para ordenar la construcción de una estancia o hacienda de unos 18,5 metros de largo en las “Barrancas de Camacho”, es decir, a orillas del río Magdalena, y más exacto aun, a orillas de uno de sus caños. Es muy probable que la construcción de esta edificación en este lugar se haya debido a que allí había disponibilidad de mano de obra libre, que es la propia para la crianza de vacas, cerdos y caballos, y sobre todo, porque se encontraba a orillas del caño que hacía posible el transporte de la producción a otros lugares por medio de diferentes embarcaciones. Todas estas actividades, tanto de los vaqueros como de los bogas, corresponden a personas “libres”, lo que corrobora la idea de que el núcleo germinal de la ciudad sea muy diferente a sus vecinas Santa Marta y Cartagena. Existen varios testimonios que dan cuenta del carácter despreocupado, informal y festivo de los bogas, que impregnó desde la época colonial el ambiente de los caños.[11]   
La hacienda de San Nicolás junto al atracadero de canoas, es decir de la Barranca, no puede ser considerada como el único germen inicial de Barranquilla, pero tampoco se puede disminuir su importancia. De cualquier manera, el establecimiento de la hacienda dinamizó la vida económica del lugar en la medida en que aumentaba la actividad ganadera y seguramente atrajo a más personas que podían trabajar allí.[12] A mediados del siglo XVII, fue el momento en que en que se construyeron las primeras casas y se trazaron por primera vez las manzanas y calles de la creciente población. En 1875, el abogado Domingo Malabet, con base en documentos y tradición oral, intentó reconstruir este proceso y nos cuenta que:
“….tal como la vemos hoy, manifiesta de por sí que en su plan no hubo intervención oficial; aquello fue la obra lenta de la iniciativa individual, cada uno de los primeros pobladores puso su casa donde le pareció conveniente, sin ocuparse del rumbo ni de la anchura de las calles, ni del tamaño ni de la uniformidad de las manzanas”.[13]   

Agrega además, que estas primeras edificaciones se hicieron alrededor de la Hacienda de San Nicolás y en dirección al caño. Todo esto nos lleva a concluir que es inútil buscar una plaza, una iglesia, o un centro determinado en los orígenes de Barranquilla. Hoy sabemos que el núcleo original es el actual centro histórico y que el origen está en la “línea ondulada” que es la orilla de lo que ahora es un caño y en la:

“…demarcación de los nuevos solares, mientras no salieron de la cercanía de la ciénaga, tuvieron que atenerse a la configuración y a la superficie del terreno.[14] 

La primera presencia oficial que se tiene noticia se dio a principios del siglo XVIII, y no a través de un funcionario sino que de un sacerdote de nombre Luis Suárez, quien puede ser considerado como el primer urbanizador, porque en 1713 se puso a la tarea de elaborar una lista de los vecinos para que los terrenos fueran comprados y legalizados por las autoridades.[15] En 1744 el “Sitio y Iglesia de San Nicolás de Barranquilla” fue erigida a la categoría de parroquia y mas tarde se comenzó la construcción de la actual Iglesia de San Nicolás.[16]  
Cuando se realizó el primer censo en 1777, Barranquilla era ya un crisol de razas y culturas con una población total de 2.633 personas, entre los cuales solo se registran cinco indígenas y 42 esclavos. La mayoría de sus habitantes se dedicaban a la boga, al comercio y a diversas labores artesanales como herreros, carpinteros, zapateros, etc.[17] Algunos historiadores han tratado de reconstruir el tamaño, la forma y los límites del caserío en el   momento de este primer censo, como por ejemplo el arquitecto Porfirio Ospino, quien sugiere que el límite sur sería la actual plaza Ujueta, cuando el caño que viene del río hace la primera curva hacia el norte. El límite norte sería el cementerio o la llamada Cruz Vieja, hoy la carrera 44 o del cuartel con calle 32 o del comercio. Se comprueba según lo anterior, que la forma originaria del sitio es longitudinal, similar a otros pueblos ribereños. El límite oriental es el propio caño, a cuyas orillas se organizaba el mercadeo alrededor de las canoas.[18] El límite occidental sería un arroyo que baja por la antigua “calle ancha”, hoy en DIA el llamado Paseo de Bolívar.[19]

III.- El Puerto Fluvial del siglo XIX

La guerra por la Independencia de la Nueva Granada en la costa del Caribe tuvo lugar principalmente en Cartagena, por su importancia geopolítica en el sistema colonial español,  por su población que era la más grande en la costa con alrededor de 20 mil habitantes y también porque entre los comerciantes había surgido un grupo importante de intelectuales vinculados a las corrientes políticas de la época. El caserío de Barranquilla, en cambio, debe haber tenido unos 3 mil habitantes, quienes en su mayoría eran comerciantes y contrabandistas que se entusiasmaron con la idea de que se acabarían los controles de aduanas que hacían las autoridades españolas.[20]  En 1815, lo que era la ciudad en ese  momento, es decir el CHB, fue incendiado dos veces por las tropas españolas como castigo por las simpatías de sus habitantes por las promesas de los patriotas de acabar con los controles al comercio. Según un cronista: “Los habitantes de esta población tenían mucha razón para entusiasmarse con las noticias de Cartagena. Las autoridades y la soldadesca españolas los habían tratado siempre con toda dureza….esto acarreaba serios conflictos entre los vecinos y los soldados españoles…”.[21] En Abril de 1815 el caserío fue atacado por las tropas españolas y fue ocupado por ocho días seguidos hasta que se retiraron dejando solo las “cenizas del incendio que había consumido la mayor parte de los edificios de alguna significación y hasta algunas chozas miserables”.[22]
Desde principios del siglo XIX comenzaron a radicarse extranjeros en Barranquilla, en primer lugar británicos debido a la preponderancia militar, política y económica de Inglaterra durante y después de la Guerra de Independencia. Entre los súbditos británicos se destacan Santiago Duncan y John Gleen. Duncan era irlandés, militar amigo de Bolívar, se radico en Barranquilla en 1820 y llegó a ser en 1831 Jefe político del Cantón de Barranquilla. Glenn había nacido en Canadá y llego a Cartagena como empleado de una firma comercial en 1809.
Hacia finales de la década de 1820 los hermanos Glenn ya establecidos en Barranquilla acumularon mucho dinero y fueron los patriarcas del pueblo. La actividad que realizaban era por supuesto el comercio fluvial, con ocho grandes embarcaciones y cinco o seis de menor tamaño y con un personal que ascendía a unos 100 bogas. Todas estas actividades comerciales y de transporte se llevaban a cabo en el caserío a orillas del cano.[23]


Las políticas de comercio exterior de Colombia, después del conflicto con España, comenzaron a favorecer a Barranquilla en la medida que el nuevo país se iba abriendo al comercio internacional. Hay una descripción en la Geografía Histórica del general Juan José Nieto del año 1840, en donde ya se da cuenta como se va convirtiendo en un centro comercial importante: “Siendo puramente comercial, ella es donde se establecen todos los grandes negociantes que se dedican al tráfico en aquellos pueblos, como que es el punto donde se compra y da salida a todos los frutos de los tres cantones. Hoy está muy adelantada en edificios, tiene muchos de material y las casas de paja son hermosas y jóvenes. Su puerto es un astillero perpetuo en la construcción de buques para la navegación del Magdalena, en la cual se emplea una gran parte de la población.”[24]
A mediados del siglo XIX, el caserío no había crecido mucho desde la época del primer censo de 1877. Según un inmigrante norteamericano de nombre C. Hover, quien llegó en 1851, describe a Barranquilla y calcula una población de 6 mil habitantes. Caminando por sus calles solo encontró una casa de ladrillo con dos pisos. A orillas del “pantanoso caño”, C. Hover encontró “la casa más completa de entonces en Barranquilla” que servía de almacén a una firma comercial.[25] Las impresiones del naturalista norteamericano Isaac Holton son similares en 1852 cuando nos cuenta que “Barranquilla tiene mucho mejor aspecto que Sabanilla porque por ley todas las casas están blanqueadas y algunas son de dos pisos”.[26] 
De este modo, el CHB se convirtió en pocos años en un hervidero de comerciantes y transportadores venidos de muchas partes. El “sitio de libres” de la remota época colonial se convertía ahora en un puerto cosmopolita que atrajo a ingleses, alemanes, franceses, norteamericanos, judíos, etc., quienes reforzaron en la ciudad la impronta inicial que le ofrecía al inmigrante la posibilidad de instalarse a vivir sin mayores controles y restricciones.
A mediados del siglo XIX Barranquilla hace su entrada en la historia mundial cuando se convierte en el puerto fluvial de paso obligado de las exportaciones de tabaco a los mercados de Europa. Debido a las exigencias climáticas que exige el cultivo del tabaco, los productores buscaron la ribera del Río Magdalena para sacar su carga que bajaba en barcos a vapor que terminaban su viaje algunos kilómetros ante la desembocadura en los viejos canos de la ciudad. La carga de tabaco llegaba al caño y de allí con barquetonas y bongoes se trasladaba a la bahía de Sabanilla, la mas cercana a la ciudad, a través del Canal de la Piña, que corría entre las numerosas islas y zonas de manglares que formaba el río en su desembocadura. Al aumentar la cantidad de carga exportada e importada, el gobierno nacional decidió construir un ferrocarril que comunicara el puerto fluvial con el marítimo de Sabanilla.[27] Después de cinco años, el 1. de Enero de 1871, el ferrocarril realizó su primer viaje y significó para Barranquilla el comienzo de una nueva época, y sobre todo para el caserío a orillas del caño, en donde en uno de sus costados se construyó la Estación Montoya. Esta condición privilegiada va a durar hasta que el puerto fluvial pierda su papel de eslabón de la única vía posible de las exportaciones colombianas.[28]    
A mediados de la década de 1880, la condición de puerto va a verse robustecida por la cada vez mas creciente exportación de café a los mercados europeos. El aumento de la demanda y la capacidad de la geografía colombiana para expandir los cultivos hicieron necesaria la construcción de un largo muelle inaugurado en 1893. A partir de este momento, el CHB comienza a vivir su época de oro. Al calor del comercio de exportación y de importación la ciudad se transformó totalmente. El intelectual barranquillero Luis E. Nieto Arteta plasmó esta realidad histórica diciendo: “El destino y el desarrollo local de la ciudad de Barranquilla están vinculados al café”.[29]  Surgieron las primeras fábricas y la vida cultural también tuvo interesantes expresiones, especialmente en la literatura. Esta época de oro de Barranquilla ha sido la que más a ocupado a sus historiadores, y especialmente, por el cronista del siglo XX Alfredo de la Espriella.
El ambiente durante esta época estaba dominado por la idea del progreso, por la creencia en que cada día todo iba a ser mejor. En 1936, y como un ejemplo, el norteamericano Samuel Hallopeter, gerente de las empresas públicas informó que: “Antes de veinte años Barranquilla será mas grande que Bogotá”.[30] Donde mejor se observa el crecimiento de la ciudad, es en su evolución demográfica. En 1870  tenía 11. 595 habitantes, en 1905, 40.115, en 1918, 64.543, en 1938, 139.974, hasta alcanzar a 279.627  en 1951.[31]
En el ámbito de la cultura, la ciudad también experimentó experiencias interesantes que forman parte de un patrimonio intangible que aun perdura en la memoria colectiva. Cualquier intento de recuperación de este sector de la ciudad debe incluir este tipo de eventos que no dejan huellas materiales visibles como el trazado de las calles o la arquitectura, pero que de alguna manera están allí presentes. Una de ellas fue la vida periodística y literaria a principios del siglo XX y que alcanzó su apogeo en la publicación de la revista Voces entre Agosto de 1917 hasta Abril de 1920.[32]  Según el escritor Ramón Illán Bacca, al mismo tiempo encargado de una edición en forma de libro, “La revista  Voces fue una de las mejores revistas culturales hechas en Latinoamérica en la segunda década del siglo XX.”[33] Sin lugar a dudas que este acontecimiento intelectual tuvo lugar en el CHB, aunque la ciudad ya se había extendido bastante y se había extendido un poco hacia el sur y sobre todo hacia el occidente, llegando hasta la actual Calle Murillo, cuyo número es la destacados personajes que participaron 45 en la actual nomenclatura. Los escritores, poetas, periodistas, etc., que hicieron esta revista podían todavía recorrer a pie la ciudad, ya que entre la calle a orillas del caño, hoy la Nr. 30, hasta la Calle Murillo hay solamente 15 cuadras. Uno de los más destacados intelectuales de Voces es el catalán Ramón Vinyes, quien fuera inmortalizado como el Sabio Catalán en Cien años de soledad. No solo una revista, sino que también una intensa actividad periodística. Entre 1900 y 1933 existieron en total 64 periódicos, lo que muestra una intensa actividad comercial e intelectual, a pesar que algunos no duraban mucho tiempo.[34] El villorrio que aun era a fines del siglo XIX, a partir de los años veinte comienzan a construirse instalaciones urbanas que se podían encontrar en ciudades del mundo industrializado, como tranvía, un acueducto, carreteras, teléfono, cine mudo y hasta una compañía aérea fundada por inmigrantes alemanes a orillas del caño un poco al norte del actual CHB. [35]       
Como en el resto de Latinoamérica, la bonanza del café y el monopolio geográfico de ser la única salida de la producción del interior del país, tenía que llegar a su fin. En este caso fue la apertura del Canal de Panamá y del puerto colombiano de Buenaventura en el Océano Pacífico. La respuesta de la dirigencia de Barranquilla fue construir un puerto moderno a orillas del río con los correspondientes tajamares o rompeolas que permitieran la entrada de los barcos por la boca del río, “como la única garantía para la sobrevivencia de la ciudad, y como la posibilidad de facilitar el desarrollo del Valle del Magdalena”.[36]  Este polémico proyecto finalmente se llevó a cabo y se inauguró en 1936 y tuvo como consecuencia directa el abandono del ferrocarril, del muelle de Puerto Colombia y el abandono del CHB hasta el día de hoy. Los vapores cargados de café nunca mas entraron por los caños, las familias pudientes construyeron sus casas en las laderas del nor-occidente, las casas comerciales fueron construyendo sus filiales en los nuevos barrios inspirados en modelos norteamericanos llamadas ciudades jardín con la empresa de los hermanos Parrisch, quienes construyeron el conocido Barrio el Prado.[37] Después de este abandono el lugar tendió a volverse lo que fue en su ya remoto origen, es decir, un sitio de libres, un lugar de gente sencilla en busca de un porvenir.
Con la pérdida del llamado liderazgo portuario a mediados del siglo XX, la ciudad en su conjunto siguió la misma suerte del CHB, cuyo resultado final lo podemos ver en el día de hoy. Primero fue abandonado el centro histórico al trasladar el puerto a la orilla del río, luego la ciudad fue abandonada, de manera definitiva, por la economía del interior del país al preferir el puerto de Buenaventura en vez del recién inaugurado terminal marítimo y fluvial.
Hasta mediados del siglo XX, todavía se mantenía el CHB como plaza del mercado para la mayoría de la población, que en 1950 era aproximadamente de unos 250 mil habitantes.
“El viajero que hoy tenga la curiosidad de visitar el Caño del Mercado cualquier día de la semana, podrá ver trescientos metros de ambas orillas llenos de diversos tipos de canoas,….., cargadas de camarones frescos y secos, de lisas frescas, conservadas en hielo, o secas y ahumadas en barbacoas, ostras, pescados de mar de la costa desde pueblo viejo hasta Santa Marta, guineos de la Zona, mangos llamados de Ciénaga, mamones de Gaira, leña, paja para entechar, etc.” [38]

En la década de los años cincuenta, y nuevamente por circunstancias externas, Barranquilla vivió un último momento de cierta prosperidad que ha sido calificada de milagro, porque cuando ya había perdido su posición de puerto y ya había comenzado la decadencia de la industria, se produjo el milagro de una reactivación del comercio de exportaciones y de importaciones, por ejemplo, como también de algunas manifestaciones culturales, como la Universidad del Atlántico creada en 1946, una Orquesta Filarmónica con un conservatorio de música, actividades literarias en donde se inició como escritor el futuro premio Nóbel colombiano. Junto a todo esto, por estar en la costa, la violencia política del resto de Colombia no tuvo lugar en Barranquilla. El pueblito viejo que desapareció del paisaje del interior del país, se prolongaba aquí con sus calles tranquilas e iluminadas que le permitieron todavía a esa generación vivir allegada el centro histórico para comprar los alimentos, para buscar un libro, para enviar un correo, para comprar electrodomésticos o simplemente pasear. Fue el último momento en que la mayoría de los habitantes de la ciudad aun seguían vinculados el centro histórico, gracias a esa prosperidad de milagro, que así como llegó, así se fue para no volver nunca más.[39] 




IV.- La crisis actual después de la historia

En la segunda mitad del siglo XX Barranquilla vive al margen de la historia. Después del abandono del centro histórico en su condición de puerto fluvial por la misma dirigencia de la ciudad, Colombia a su vez abandona a Barranquilla como puerto para comercio exterior. Cuando el CHB perdió su condición de puerto fluvial, el ferrocarril que comunicaba al río con el mar en el muelle de Puerto Colombia también fue abandonado y significó la muerte también de la zona del centro histórico, pero aunque esto ocurrió entre 1936 y 1940, sus efectos solo se pudieron ver claramente a partir de los años sesenta.
A todo esto, en el caso de Barranquilla, se le suman problemas que afectan a las otras ciudades latinoamericanas en el medio siglo XX: el fracaso de la industrialización y las migraciones del campo a la ciudad. En efecto, la naciente industria de Barranquilla, que creció en la primera mitad del siglo XX, perdió su impulso y comenzó a decaer de manera dramática ocasionando un desempleo estructural que aun no se ha superado y ha llevado a la gente a buscar en el Sitio de libres, es decir en el CHB, alguna posibilidad de subsistencia con improvisadas toldas para vender todas las cosas imaginables.[40] Por otro lado, las migraciones campesinas que afectaron a todas las ciudades del continente, en el caso de Barranquilla el problema se agrava porque provienen de los lugares más pobres de la costa atlántica,[41] y llegan en los momentos en que la ciudad no tenía nada que ofrecerles, ni trabajo, ni viviendas, ni oportunidades de estudio, etc. La década de los años sesenta da inicio a una crisis que se prolonga hasta nuestros días. Crisis del puerto, estancamiento de la industria, desempleo, migraciones de campesinos pobres, deterioro de la administración pública y, en general, un decaimiento que afecta tanto a la dirección política como a la  intelectual.
El deterioro del centro histórico de Barranquilla es el resultado de un proceso que ya tiene medio siglo. Cuando se piensa en una eventual recuperación del CHB, hay que hacer algunas precisiones que podrían ser de utilidad para los que tienen la responsabilidad respecto de los planes de los organismos públicos y círculos académicos en lo que tiene que ver con su pasado.
El llamado CHB se identifica por tener una arquitectura que se denomina como  republicana, la cual surgió a principios del siglo XX y como resultado de un conjunto de situaciones geográficas, económicas y políticas que desaparecieron en el transcurrir del tiempo. El hecho de que haya sido Barranquilla la ciudad que jugara el papel de eslabón con el mercado internacional y no sus vecinas Cartagena o Santa Marta, significa que la ciudad tenía algo que no tenían las coloniales, y este algo es que desde sus más remotos orígenes es un centro de comercio. Los comerciantes exportadores de tabaco y café, los importadores, prestamistas, transportadores, banqueros, etc.,  encontraron en el villorrio del siglo XIX un ambiente propicio para sus actividades. Pero precisamente la condición de haber sido un centro de intercambios, luego de comercio y sobre todo, de haber sido un sitio de libres, hace posible que la ciudad haya sido el puerto comercial mas importante de la república entre 1870 y 1940. Desde luego que la posición geográfica contribuyó decisivamente porque los vapores bajaban por el río hasta los caños de Barranquilla y de allí hasta el mar por ferrocarril, pero en 1894, un año después de haberse inaugurado el muelle de Puerto Colombia, el presidente de entonces Rafael Núñez inauguraba un ferrocarril que corría paralelo al Canal del Dique y que comunicó a Cartagena con el Río Magdalena. Lo anterior significa que ambas ciudades estaban conectadas de manera óptima para cumplir el papel de ser el eslabón con el exterior.[42]  En Julio de 1894 se inauguró la ruta que tenía 105,8 km. entre Calamar y Cartagena. ¿Cómo se explica que Cartagena no haya compartido con Barranquilla el papel de puertos para el comercio exterior colombiano? La respuesta es que Barranquilla tenía una larga tradición como centro intercambios y de comercio por ser su origen un sitio de libres, y cuando la economía colombiana necesitó de un puerto con espíritu comercial no podía ser otro que la zona del CHB y no Cartagena, que después de la tragedia de la guerra de la independencia no pudo recuperarse y el ambiente colonial aun perduraba a fines del siglo XIX.[43]
 El testimonio tangible que ha quedado es la arquitectura republicana, que es la más interesante de Colombia por encontrarse reunida en un solo lugar, que explica quizás que el tema del CHB tenga un énfasis muy marcado en este aspecto. Los primeros planes de recuperación se concibieron en los años ochenta por parte de la Cámara de Comercio de Barranquilla como un intento de recuperar la memoria de los lugares que simbolizan la época del auge comercial de Barranquilla. La restauración del viejo edificio de la aduana, a un costado del caño, para su utilización como centro cultural y de negocios, inicia el proceso de recuperación arquitectónica que ha continuado hasta nuestros días, como la restauración de la plaza de Bolívar y la construcción del Parque Cultural del Caribe y los proyectos aledaños a este.
Ante el interés manifiesto de renovación de este centro histórico por parte de las autoridades y de sectores académicos, cabe la pregunta sobre las premisas necesarias de tipo económico y político para que esto sea posible. Barranquilla ya no es opción para puerto de exportación, y si lo fuera, los caños no serían como antes el eslabón por donde pasarían las exportaciones del siglo XXI. El café ya no es el principal producto de exportación sino que es el carbón, que en ningún caso se exportaría por los caños. Si no es el comercio exterior la base económica de la restauración del CHB habría que pensar en otro tipo de dinámica diferente.
Uno de los tantos problemas que ocasionaron las migraciones y el crecimiento del casco urbano fue el de los servicios públicos. En muy pocos años la ciudad aumentó su población de manera exagerada. En 1951, tenía 279.627 habitantes, y apenas 22 años después tenía 703.000 habitantes. Por cierto que la ciudad no estaba en condiciones de ofrecerle servicios públicos a una población que se había casi triplicado en tan pocos años. Las consecuencias de este fenómeno se hicieron sentir en el CHB debido a la ausencia de un alcantarillado con plantas de procesamiento de las aguas servidas. Hasta el día de hoy, gran parte de la ciudad deposita sus aguas residuales domésticas sin tratamiento alguno al río magdalena y en gran parte a los caños, los cuales reciben el 80% del total de aguas servidas. Solo el caño de la ahuyama recibe diariamente 75 toneladas de materia orgánica y más de 44 toneladas de sólidos en suspensión.[44] A principios del año 2005, el gobierno nacional destinó una importante cantidad de recursos para el saneamiento definitivo de los caños con la correspondiente instalación de plantas de tratamiento de aguas contaminadas.
Con la solución de este grave problema se abren otras posibilidades para el CHB que es necesario considerar. Con los caños saneados y con el agua circulando, es fácil imaginarse que regresen las canoas nuevamente, o los vapores, y que vuelva a ser el centro de distribución de alimentos para una parte de la población. Para el turismo sería un lugar atractivo al estilo de una Venecia Tropical, como alguna vez el arquitecto cubano Carrerá lo propusiera y que nunca se llevó a cabo. El nacimiento del CHB estuvo directamente ligado a los caños por donde llegaron los vapores desde el interior del país. Los planes de recuperación hacia el futuro deben estar también ligados a los caños, especialmente si se piensa que sin una actividad económica viable, por modesta que sea, no es posible pensar en una recuperación que se sostenga en el tiempo.
En cualquier caso, la voz de la historia es importante, sobre todo cuando nos dice que el pasado del lugar está vivo y tiende siempre a brotar como un agua subterránea en nuestro presente. No solo ha sobrevivido la arquitectura republicana, sino que también el carácter comercial del lugar y su condición de ser un sitio de libres. En estas persistencias, en esta memoria colectiva hay que buscar las bases de una eventual renovación del llamado centro histórico de Barranquilla.
Como el pasado nunca muere del todo sino que reaparece una y otra vez por encima de la conciencia del hombre, la condición de sitio de libres de su origen explica en gran parte el hecho de que la convivencia entre diferentes grupos raciales y culturales sea bastante pacífica en comparación con otras ciudades del mundo, especialmente las del norte de Europa y de los Estados Unidos, en donde se han llegado a construir zonas especiales con barrios para aislar a grupos étnicos del resto de la población blanca. Este patrimonio intangible sea quizás el más importante para los planes de recuperación del centro histórico de Barranquilla.  








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[1] BEYHAUT, Gustavo. Süd- und Mittelamerika II. Von der Unabhängigkeit bis zur Krise der Gegenwart.      Frankfurt a.M.: Fischer Weltgeschichte, Band 23, 1965. La primera edición en español en Siglo XXI Editores fue publicada en 1985. También en: HALPERIN D., Tulio. Historia contemporánea de América Latina. (1969). Madrid: Alianza Editorial, 1990. Pág. 324.

[2] URIBE, M.V. Cronologías absolutas de la arqueología colombiana. En: Revista de Antropología y Arqueología. Vol. VI. Nr. 1. Bogotá: Universidad de los Andes, 1990. P. 222.
[3] BLANCO, José Agustín. Geografía física de Barranquilla. En: Academia de la historia de Barranquilla. Editorial Mejoras, 1997. P. 16.
[4] ANGULO, Carlos. Relaciones de intercambio entre tres regiones arqueológicas del Norte de Colombia. En: Revista STVDIA. Universidad del Atlántico, 1985.
[5] FERNANDEZ DE OVIEDO, Gonzalo. Historia general y natural de la Indias Islas y Tierra Firme del Mar Océano. Tomo VI. Asunción del Paraguay, Guaranda, 1944. p. 289.
[6] ANGULO VALDES, Carlos. Contribuciones a la historia antigua de Barranquilla. En: Revista Huellas. No. 35, de Agosto de 1992.
[7] PEREZ DE BARRADA, José. Colombia de Norte a sur. Bogotá, 1943. P. 5 y ss.
[8] BLANCO, 1987. Op. Cit.  B., P. 283.
[9] Ibid. Pág. 212. Según el propio Blanco “La transformación obligada de Camacho de pueblo de indios en sitio de vecinos libres debe ser motivo de una futura investigación detallada si se desea aclarar y conocer hasta el máximo el inicial proceso formativo de Barranquilla”
[10] Citado por BLANCO, José A.. El norte de Tierradentro y los orígenes de Barranquilla. Bogotá: Banco de la República, 1987. P. 263.
[11] Sobre los bogas véase: FALS BORDA, Orlando. Monpox y Loba. Historia doble de la costa. Tomo 1. Bogotá. Universidad Nacional, 2002. Pág. 44 A ss.
[12] Un interesante recuento de diversas variables en torno a los orígenes de Barranquilla en: ARRIETA, Armando y HERNANDEZ, Ruth. Los inicios de Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2006. 
[13] VERGARA, Ramón y BAENA, Fernando. Barranquilla, su pasado y su presente. Barranquilla: Banco Dugand, 1922. P. 75.
[14] Ibid. P. 76
[15] BLANCO, 1987. Op. Cit. P. 237.
[16] Algunos investigadores han sugerido que el núcleo germinal de la ciudad seria la Plaza de San Nicolás, pero las evidencias documentales demuestran que esta surgió casi dos siglos después de haberse constituido el sitio de libres de Camacho.
[17] BLANCO, José A. Atlántico y Barranquilla en la época colonial. Barranquilla: Ediciones Gobernación del Atlántico, 1994. p. 11.
[18] OSPINO, Porfirio. El desarrollo urbano de Barranquilla y su dinámica regional: 1777-1993. En: SANCHEZ, Luis. Barranquilla: Lecturas urbanas. Barraquilla: Universidad del Atlántico, 2003. P. 9 ss.
[19] Como en el caso de la Plaza de San Nicolás, también se ha querido ver el Paseo de Bolívar como el eje inicial de la ciudad, pero nuevamente las evidencias son contundentes. Durante mucho tiempo fue el limite occidental del caserío, que en épocas de lluvias o de crecida del rió era un arroyo.
[20] Ibid. P. 36. En 1777 se realizó el primer censo y Barranquilla registró 2.633 personas.
[21] VERGARA, José y BAENA, Fernando. Barranquilla: su pasado y su presente. Barranquilla: Banco Dugand, 1922. Relato de Domingo Malabet, pág. 107. 
[22] Ibid. Pág. 119.
[23] NICHOLS, Theodore. Tres puertos de Colombia. Estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla. Biblioteca del Banco Popular. Bogotá. 1973. Pág. 175.

[24] NIETO, Juan José. Selección de textos políticos-geográficos e históricos. Barranquilla: Ediciones Gobernación del Atlántico, 1993. Pág. 169.
[25] GOENAGA, Miguel. Lecturas locales. Barranquilla, 1944. Carta de C. Hover. P.79.
[26] HOLTON, Isaac. La Nueva Granada: veinte meses en los Andes. (1857) Publicación del Banco de la República. Bogotá, 1981. Pág. 36.
[27] RIPPY, Fred J. Los comienzos de la era ferroviaria en Colombia. En: En: BEJARANO, J. (Compilador) El Siglo XIX en Colombia visto por historiadores norteamericanos. Bogotá: Editorial La carreta, 1977. P. 223.
[28] VERGARA Y BAENA, 1922. Op.Cit. p. 371 ss.
[29] NIETO A., Luis E. El café en la sociedad colombiana. Bogotá. El ancora, 1958. P. 20.
[30] BACCA, Ramón Illán. Escribir en Barranquilla. Barranquilla; Ediciones Uninorte, 1998. P. 45.
[31] POSADA, Eduardo. Una invitación a la historia de Barranquilla. Bogotá, 1987. Pág. 14
[32] GILARD, Jacques. Voces (1917-1920): Un proyecto para Colombia. En: Revista Huellas No. 31. Barranquilla: Universidad del Norte, 1991. Pág. 13. En total se publicaron 60 números para un total de 1800 páginas.  
[33] BACCA, Ramón I. Voces de Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2003. El prólogo fue publicado por la revista Malpensante. No. 46. Mayo-Junio de 2003.
[34] COLPAS, Jaime. Las tipologías de la prensa barranquillera 1901-1933. En: ALVAREZ, J., COLPAS, J. y GONZALEZ, E. Prensa, desarrollo urbano y política en Barranquilla. Barranquilla: Universidad del Atlántico, 2.000. Pág. 25.
[35] GALVIS, Silvia y DONADIO, Alberto. Colombia Nazi. Bogotá: Planeta, 1986. Pág. 165 ss.
[36] POSADA, 1987. Op.Cit. Pág. 77.
[37] GONZALEZ, Ever. Barranquilla 1920-1930: Expansión urbana. En: VILLALON, Jorge. (Compilador) Historia de Barranquilla. (Selección de ensayos). Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2000. P. 190.
[38] CASTILLEJO, Roberto. Medios de transporte. En: Revista Divulgaciones del Instituto de Divulgación Etnológica. Barranquilla: Universidad del Atlántico, Diciembre de 1951. Vol. II., No. 3. P. 104. 
[39] VILLALÓN, Jorge. Barranquilla en la época de la prosperidad de milagro. En: Revista Huellas No. 40. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 1994.
[40] Sobre la decadencia de la industria véase: MEISEL, Adolfo. ¿Por qué se disipó en dinamismo industrial de Barranquilla? En: Lecturas de Economía. No. 23. Mayo-Agosto de 1987. Medellín, 1987.
[41] MEJIA, Jesús y RIVERA, Alfredo. Causas y efectos de las migraciones campesinas hacia la ciudad de Barranquilla. Tesis Facultad de Economía. Universidad del Atlántico, 1976. También: USANDIZAGA, Elsa y HAVENS, Eugene. Tres barrios de invasión. Bogotá: 1966.
[42] NICHOLS, Theodore. Tres puertos de Colombia. Estudio sobre el desarrollo de Cartagena, Santa Marta y Barranquilla. Biblioteca del Banco Popular. Bogotá. 1973. P. 127 ss.
[43] RIPOLL, María Teresa. La tradición mercantil en Cartagena en el siglo XIX. En: CALVO, H. y MEISEL, A. (Editores) Cartagena de Indias en el siglo XIX. Cartagena: Universidad Jorge Tadeo Lozano, 2002. P. 234.
[44] Véase MANGA, José. Propuesta para definir solución al problema de los caños. Periódico UNNORTE. Año 2., No. 7 del 17 de Mayo de 2004.

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