viernes, 28 de septiembre de 2012
Sobre la vida y la obra del arqueólogo Carlos Angulo Valdés. 1914-2001.
LA ARQUEOLOGIA COMO
HISTORIA EN LA OBRA DE CARLOS ANGULO VALDES
Por Jorge Villalón
Texto publicado en la Revista Jangwa
Pana No. 2. Santa Marta: Programa de Antropología de la Universidad del
Magdalena, 2002.
El 9 de Julio de 2001, falleció en Barranquilla el arqueólogo Carlos Angulo
Valdés a la edad de 87 años, después de haber trabajado durante más de medio
siglo en la reconstrucción de la historia temprana del Caribe Colombiano. Este
trabajo pretende hacer un recuento de su trayectoria como investigador, una
síntesis de sus mas importantes aportes a la arqueología y, dentro de lo
posible, señalar los posibles derroteros investigativos que se desprenden de su
minuciosa y contundente obra. En ningún caso se trata de un estudio exhaustivo,
como tampoco de una biografía, sino que mas bien se quiere ofrecer una visión
histórica de la arqueología del norte de Sudamérica, tal cual la entendió el
propio Angulo, cuando repetía una y otra vez su frase preferida: “La arqueología
es historia o no es nada”.
Las raíces de Carlos Angulo se
encuentran en Ciénaga, por parte de madre, y en Baranoa por parte de padre.
Hijo de una familia sencilla, estudió primaria en Barranquilla en un colegio
del Barrio Abajo y luego hizo su secundaria en la Escuela Normal del Litoral
Atlántico, en donde obtuvo el título de profesor de básica primaria. Después de
un tiempo de trabajar como maestro en una escuela de primaria, se hizo
merecedor a una beca en la Escuela Normal Superior en Bogotá en donde obtuvo el
título de Licenciado en Ciencias Sociales y Económicas, un período de su vida
muy fructífero en el cual tuvo la suerte de aprovechar las enseñanzas de
destacados profesores colombianos, y sobre todo, de un grupo de científicos que
vivieron en los años cuarenta en Bogotá como refugiados de la segunda guerra
mundial, entre ellos el español Pablo Vila, los alemanes Gerhard Masur y Rudolf
Hommes. Durante su permanencia en la Escuela Normal Superior aprovecha muy bien
su tiempo y estudia en forma paralela en el Instituto Etnológico Nacional que
dirigía Luis Duque Gómez. Cuando estaba culminando sus estudios en 1946, a los
32 años de edad, y en razón de haber sido un gran estudiante, tuvo la
oportunidad de quedarse como profesor de la cátedra del distinguido geógrafo
español Pablo Vila, quien había aceptado un puesto en Venezuela y pensó en
Carlos Angulo como la mejor opción en remplazo de sus cursos de la Normal
Superior. Tuvo además, en ese momento, otra gran oferta para participar como
investigador en un proyecto nacional de la Contraloría General de la República
para hacer una geografía de Colombia. La tercera oferta la recibió en el mes de
Marzo de 1947 desde Barranquilla por parte del rector de la recién fundada
Universidad del Atlántico, don Rafael Tovar Ariza, quien le solicitaba que
regresara a Barranquilla para que se pusiera al frente de la tarea de dirigir
el Iinstituto
de Investigación Etnológica, creado el 28 de Enero de ese año. Rara vez en la vida se le presentan a una persona tres posibilidades
tan buenas como las que tuvo Angulo que lo puso en una situación muy difícil
para decidirse por una de ellas. En primer lugar intentó descartar la oferta
del rector Tovar, para esto le envió una amable carta en la cual le dice que
acepta el puesto, pero le adjunta una lista de exigencias tan grandes, que el
rector no pudiera satisfacer, luego desistiera de sus deseos para que de esta
manera no perdiera tan valiosa amistad. A vuelta de correo, Angulo recibió un
breve telegrama en el cual el rector
Tovar le manifestaba que aceptaba todas sus exigencias y que los pasajes
estaban a su disposición en el momento que lo quisiera. Como Angulo fue siempre
un hombre de palabra, no tuvo mas alternativa que regresar a Barranquilla para
ponerse al frente de la tarea de fundar una disciplina y de crear de la nada un
museo arqueológico.
lunes, 26 de marzo de 2012
Plaza de San Nicolás de Barranquilla.
PLAZA DE SAN NICOLAS DE BARRANQUILLA
Este texto fue leído en la reinauguración de la Plaza de San Nicolás en el año 2011
FECHAS Y DATOS SOBRE LA PLAZA DE LA IGLESIA DE SAN NICOLAS DE BARRANQUILLA
Por Jorge Villalon
1. ANTES DE LA CONQUISTA ESPAÑOLA
El lugar en que nos encontramos esta tarde es un vividero muy antiguo. En esta zona se han encontrado restos humanos de indígenas de la familia lingüística de los Arawak correspondientes al siglo IV después de Cristo Sus habitantes encontraban su alimento en una ciénaga que hoy solo es un caño. En este lugar tan antiguo se levanta nuestra Iglesia de San Nicolás, en el corazón mismo en donde nació la actual ciudad de Barranquilla.
No muy lejos de aquí, en el Barrio Abajo, se encontraron los restos de un enorme cementerio indígena, lo que demuestra que este lugar ha estado habitado desde hace unos dos mil años.
2. DESPUES DE LA CONQUISTA
Los cronistas españoles cuentan que existió un pueblo de indios que ellos llamaron Camacho, el cual desapareció en 1560 porque fueron llevados de manera ilegal a Galapa por el encomendero Pedro de Barros quien era el alcalde de Cartagena. Después de este hecho este lugar pasó a ser tierra realenga, es decir sin propietarios.
3. EL SITIO DE LIBRES DE LAS BARRANCAS DE CAMACHO
Después del año 1600 las Barrancas de Camacho se comenzaron a poblar de personas libres, esto quiere decir de mestizos, mulatos y zambos, quienes de manera espontánea construyeron sus casas de manera sencilla y sin autoridades españolas. De este modo se pasó a llamar Sitio de las Barrancas de Camacho, que significaba sitio de libres.
4. LA HACIENDA DE SAN NICOLAS
Entre 1627 y 1637, con base a las investigaciones del historiador José A. Blanco, el español Nicolás de Barros ordenó la construcción de una casa de 18 metros de largo por 12 de ancho y de dos pisos para organizar actividades agropecuarias. La cercanía a la ciénaga que comunicaba con el río, facilitaba sus negocios de venta de carne, queso, suero y cueros a la ciudad de Cartagena. Se le llamó Hacienda de San Nicolás en honor al santo que corresponde al fundador de este establecimiento. Lo más probable es que la llamada Hacienda dinamizó las actividades de las personas libres que vivían allí
5. EL SACERDOTE LUIS SUAREZ EN BARRANQUILLA
martes, 1 de noviembre de 2011
Los siglos XVI y XX: Dos momentos de la relación de los indios de la Sierra Nevada con la civilización occidental.
IV COLOQUIO COLOMBO-ALEMAN DE FILOSOFIA
Universidad de Los Andes. 27-30 de Marzo año 2000
Los siglos XVI y XX: Dos momentos de la relación de los indios de la Sierra Nevada con la civilización occidental.
Por Jorge Villalón *
El objetivo de este trabajo es hacer, en primer lugar, una reflexión desde la historia, y en segundo lugar, un poco desde la filosofía, sobre el tema de la relación entre los europeos-españoles y los grupos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta en el siglo XVI, en comparación con esta misma relación en la actualidad.
Lo que primero llama la atención para cualquier observador, es el hecho de que en la Sierra Nevada aun vive un grupo importante de indígenas, 15 mil según informaciones oficiales, y que en los aspectos más importantes de su religión y sus costumbres, no han cambiado su modo de vida desde hace aproximadamente un milenio. Esta resistencia al cambio de su religión y costumbres, contrasta con la enorme transformación de la sociedad europea y sus zonas de influencia, es decir también Colombia, en los últimos cinco siglos. La relación entre estos grupos indígenas y los europeos-españoles-colombianos ha cambiado notablemente entre el siglo XVI y el presente. Este cambio ha sido ocasionado principalmente por la evolución ocurrida en el pensamiento filosófico occidental, que ha generado una nueva actitud respecto a estos "pueblos naturales" de Santa Marta, y, por supuesto, respecto a todos aquellos pueblos del planeta hasta donde ha llegado la expansión y la influencia política, militar y económica de Europa Occidental.
Para los acontecimientos históricos del siglo XVI, me he basado principalmente en los trabajos pioneros de Gerardo Reichel Dolmatoff de mediados del siglo XX,[1] de la tesis doctoral de 1971 del arqueólogo alemán Henning Bischof sobre el siglo XVI en Santa Marta,[2] de la publicación de
documentos del historiador Hermes Tovar de los años noventa sobre la Conquista en el Caribe
reconsideraciones sobre los cambios culturales en la Sierra Nevada.[4] Para el período histórico anterior al siglo XVI, tengo una deuda muy especial con el arqueólogo Carlos Angulo Valdés, de quien he tomado su perspectiva de la historia temprana del norte de Colombia, y que me que ha sido de mucha utilidad para comprender la evolución posterior al descubrimiento.[5] Sobre el siglo XX y el presente, me he valido de los trabajos mencionados anteriormente y de algunas publicaciones de la Organización Indígena Gonawindúa Tayrona de Santa Marta, en donde he tendido la oportunidad de compartir mis inquietudes con los antropólogos de la Casa Indígena de Santa Marta, especialmente con Julio Marino Barragán y del dirigente indígena Ramón Gil.
Para tener una visión histórica de los cambios ocurridos en el pensamiento filosófico occidental he tomado como referencia los planteamientos del pensador alemán Walter Schulz, que han sido formulados en dos de sus últimos libros publicados en la última década, con el único fin de tener un referente de tipo teórico necesario para llevar a cabo esta reflexión histórica.[6]
Mi exposición tendrá el siguiente orden. Primero haré referencia a aspectos metodológicos relacionados con el estudio de las relaciones entre la cultura occidental y los indios de Santa Marta, luego intentaré una síntesis de los acontecimientos históricos del siglo XVI, con algunas consideraciones de tipo filosófico. A continuación presentaré los eventos más importantes ocurridos en el siglo XX, y terminaré con la presentación de algunas inquietudes para la discusión, en las cuales incluyo también aspectos filosóficos que afectan a la historia misma como disciplina, como también a lo que está ocurriendo en nuestros días.
lunes, 12 de septiembre de 2011
Barranquilla y la Regeneración
BARRANQUILLA Y LA REGENERACIÓN
Por Jorge Villalón
Presentación
La historia de Barranquilla por no estar fijada tiene una existencia inexistente, escribía el “Sabio catalán” en 1940 en una crónica periodística a propósito de la publicación de unas crónicas locales de Miguel Goenaga. Debió haber dicho quizás que “la historiografía” sobre la ciudad no existe, ya que hasta ese momento eran muy pocos los libros sobre el tema. En 1955 el joven periodista Gabriel García Márquez publicó un reportaje sobre las obras civiles de Bocas de Ceniza para el diario capitalino El Espectador, en el cual se encuentra la siguiente frase: Barranquilla es una ciudad sin historia[1]. Es difícil saber con exactitud qué quiso decirnos el genial escritor, pero al menos podemos comprobar que solo existían unos tres libros sobre el pasado de la ciudad, muy valiosos y útiles, pero escritos por intelectuales sin formación académica. Es poco probable que el joven cronista los haya tenido en sus manos y escribió su artículo recogiendo memoria oral.[2] Tampoco se encontró con el historiador norteamericano Theodore Nichols, quien estuvo en la región un poco antes de 1950 escribiendo su tesis doctoral, titulada Tres puertos de Colombia: Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, que se constituye en el primer trabajo historiográfico sobre Barranquilla y abarca desde 1850 hasta 1950, que es el período de auge económico de la ciudad, especialmente los últimos años del siglo XIX, que son los años de la llamada “Regeneración”, tema que nos ocupa en este trabajo.
En el resumen de la tesis de Nichols se encuentra la siguiente afirmación que nos motiva para estudiar la relación que existió entre el poder central de la capital del país y la ciudad de Barranquilla en los momentos en que se producía un importante cambio político de la nación colombiana. El texto dice: Antes de finalizar el siglo, Barranquilla era indiscutiblemente el puerto más importante de Colombia, pasando en pocas décadas de ser un insignificante establecimiento ribereño a esta inminente posición. Los factores políticos parecen no haber tenido mucha influencia: las facciones iban y venían al igual que las revoluciones pero el crecimiento constante de Barranquilla escasamente se vio afectado[3]. Ya al finalizar el siglo XIX, el viajero francés Pierre D’Espagnat nos dejó una imagen, que coincide con la de Nichols, respecto a lo que fue Barranquilla en esos años: (…) vulgar y demasiado joven, preocupada únicamente de comercio, industrias, de relaciones marítimas, creada por la fuerza de la necesidad bajo la presión económica del rico país que desemboca en ella[4].
Este breve trabajo pretende contribuir a la comprensión de esta etapa de la historia colombiana, en la que se observa el contraste entre la capital del país, preocupada del orden jurídico y político de la nación con guerras civiles, una nueva Constitución, y una ciudad portuaria que experimenta un auge económico y cultural sin que los conflictos políticos nacionales hayan afectado su desarrollo.
Para comprender mejor este proceso se dará una breve mirada al contexto continental por medio de algunos autores que han intentado hacer historias generales de América Latina. Del mismo modo, se presentan algunos juicios históricos sobre la Regeneración por parte de los historiadores sobre Colombia y una mirada al tema de las fuentes documentales. Luego se hará una descripción de algunos acontecimientos políticos más relevantes ocurridos en Bogotá y otros centros regionales. Finalmente, sobre Barranquilla se intentará destacar los escasos acontecimientos políticos del período y una descripción de la evolución económica. Al mirar estos diversos planos se espera alcanzar un cierto grado de comprensión de una etapa de la historia de la ciudad de Barranquilla en su relación con el poder central y con el mundo.
Es importante destacar los límites de este trabajo porque las intenciones son más bien modestas y solo buscan colocar la reflexión sobre la historia a disposición de la comunidad académica, y también de los actuales protagonistas en nuestro presente, sin ninguna pretensión. Es oportuno destacar las palabras del fundador de la historiografía, Leopoldo Von Ranke, quien en 1824 hizo una especie de advertencia a todos aquellos que se dedican a este oficio de la reconstrucción del pasado. He aquí sus palabras: Se le asignado a la Historia la misión de ordenar el pasado e instruir al mundo contemporáneo sobre los años futuros. Este tipo de misiones no lo contempla el presente trabajo: él quiere meramente mostrar cómo realmente ha sido[5].
martes, 26 de julio de 2011
La experiencia histórica de la inserción de Barranquilla en el sistema internacional desde fines del siglo XIX y sus posibilidades en el siglo XXI.
XIII Congreso de Colombianistas Universidad del Norte Barranquilla
Agosto de 2003
La experiencia histórica de la inserción de Barranquilla en el sistema internacional desde fines del siglo XIX y sus posibilidades en el siglo XXI.
Por Jorge Villalón
En las últimas décadas del siglo XX, la sociedad cristiana occidental ha expandido de manera intensa sus redes económicas transnacionales y sus sistemas de comunicación con la aplicación de tecnologías muy desarrolladas. Estos acontecimientos han transformado notablemente el escenario en donde las regiones, países y centros urbanos, están obligados a actuar ante el debilitamiento de los centros políticos y administrativos de los estados nacionales en proceso de debilitamiento y desintegración. La búsqueda de un lugar adecuado a esta nueva realidad, que permita la sobrevivencia de su gente y de sus recursos naturales, es el mas importante desafío que hoy se le presenta a una ciudad del Caribe como lo es Barranquilla.
Esta reflexión presenta dos aspectos principales. En primer lugar hay que darle una mirada a la situación actual de las teorías históricas y filosóficas, para ver hasta donde es posible hoy hacer una predicción de lo que va a suceder en el futuro. A continuación se hará una breve reseña de la experiencia histórica de Barranquilla en su relación con la civilización occidental, con un énfasis en la etapa mas reciente, desde cuando la ciudad se incorporó al sistema económico y cultural de Occidente en su fase de expansión industrial a fines del siglo XIX.
Tendencias actuales del pensamiento histórico y filosófico respecto a la visión del futuro
El ejercicio de pensar una ciudad como Barranquilla en el transcurrir del tiempo, es decir en la historia, ha estado siempre ligado a los conceptos filosóficos predominantes en cada época. En nuestro caso, se trata de visualizar el futuro de una ciudad del Caribe en el siglo XXI, hasta donde esto sea posible. La época actual, a la cual se la ha denominado moderna, tiene sus correspondientes fundamentos filosóficos sobre los cuales opera a su vez la reflexión sobre la historia.
La filosofía moderna está determinada por la idea que le asigna a la Subjetividad un significado central. El filósofo alemán G.W.F. Hegel, a principios del siglo XIX, fue uno de los primeros pensadores que intentó caracterizar nuestra época como de “libertad de la subjetividad”.[1] El concepto de Subjetividad se entiende como aquella capacidad del hombre de realizar una reflexión consigo mismo, ejercicio espiritual, cuyo descubrimiento la tradición se lo atribuye a los griegos de la antigüedad, especialmente a Sócrates y los sofistas.[2] En el comienzo de la época moderna, Descartes proclama que su autoconciencia del yo, es decir la Subjetividad, se constituye en el fundamento de todo el pensamiento y del conocimiento. La ciencia se convierte entonces en la herramienta con la cual el hombre debe convertirse en dueño y poseedor de la naturaleza, tal como lo formulara en la sexta parte del Discurso de 1637. [3] La idea del progreso se convierte entonces en algo determinante, ya que a través de el se alcanzaría la meta final del hombre en la historia.
Crisis urbana y conflictos políticos a mediados de los años ochenta en Barranquilla.
Este texto aparece en el libro: Barranquilla: Lecturas Urbanas. publicado por la Universidad del Atlántico en el año 2003. Editor Luis E. Sanchez Bonett.
Conflictos políticos a mediados de los años ochenta en Barranquilla.
Por Jorge Villalón *
Este breve trabajo intenta hacer una reflexión histórica sobre los más importantes acontecimientos políticos que han ocurrido en la década de los años ochenta en Barranquilla, y d manera particular la campaña de la primera elección popular de alcalde que tuvo lugar el 13 de Marzo de 1988. En esta jornada, los diferentes grupos políticos, gremios económicos y personalidades independientes mostraron las propuestas y las visiones que tenían de la ciudad, los cuales finalmente son los que toman las decisiones que van determinando el pulso y la evolución de Barranquilla. El tema central de las discusiones a mediados de la década de los ochenta era la crisis urbana que padecía la ciudad en ese momento, la cual se manifestaba de manera dramática en el deterioro de los servicios públicos que afectaba a todos los sectores sociales de la ciudad.
La labor del historiador se entiende, en este estudio, como la de un verdadero artesano que trata de organizar un conjunto de hechos relativamente recientes, asumiendo el papel de un mero observador de una realidad pasada, que al tratar de reconstruirla, puede contribuir al debate, siempre actual y necesario, sobre el lugar y las posibilidades que tiene una ciudad del tercer mundo en el panorama de la sociedad mundial.
Una breve mirada al siglo XX
Después de la prosperidad de milagro de los años cincuenta, la ciudad inicia los años sesenta con una crisis doble, a la decadencia industrial se le suma ahora la disminución de la vida comercial por la parálisis del puerto, y finalmente, todo se agrava por la inmigración masiva de campesinos provenientes de las regiones más pobres del litoral atlántico. La ciudad no estaba en condiciones de enfrentar la llegada de miles de familias de campesinos, quienes pasan a engrosar las filas de los desempleados. Todo esto condujo al surgimiento de los primeros tugurios, que con sus secuelas de caos urbano y deficiencia de los servicios públicos, se convierte en un serio problema para la dirigencia de la ciudad. Este cuadro de los años sesenta se mantiene y se va agravando en los años posteriores, y casi sin mayores cambios se prolonga hasta mediados de los años ochenta. [1]
Durante la década de los años sesenta, la respuesta de los grupos dirigentes de la ciudad, ya sea desde la administración pública como del sector de los empresarios privados, fue insuficiente ante los inmensos retos que tuvieron que enfrentar. La ciudad duplicó su población en poco mas de una década, el proceso industrializador de principios de siglo había perdido su dinamismo, el puerto había dejado de exportar café en 1965, la administración municipal y departamental no tenían ni la organización ni el conocimiento necesario para enfrentar la crisis. Todo esto condujo a unos cambios en el ámbito político que se pueden caracterizar como un proceso de ampliación de la representación política en los organismos de representación popular, como el Consejo Municipal y la Asamblea Departamental, a los cuales comenzaron a llegar grupos políticos nuevos y que representaban a sectores urbanos de clases medias bajas, que hasta ese momento no habían tenido una clara representación en la dirección política de la ciudad. La mayoría de estos grupos se cobijaron en un amplio espectro que le ofreció el liberalismo colombiano. Durante los años setenta fueron aumentando su representación política de manera creciente, al mismo tiempo que se articulaban a la política nacional eligiendo a representantes a la cámara y al senado.[2] Todo este proceso de ascenso social y de conquista de posiciones puntuales en la administración pública no creó grandes conflictos políticos en medio de una crisis que se prolongaba sin tener fin. Durante estos años surgió una manera muy “sui generis” de hacer política que posteriormente se ha denominado como “clientelismo”, que consiste en que los candidatos a las corporaciones públicas organizan a sus clientelas políticas en torno a posibles favores que puede hacerle el candidato a sus votantes cuando sea elegido, favores que generalmente estaban relacionados con la inversión pública y que podía favorecer a determinado barrio de la ciudad. Se produce así una extraña coincidencia de intereses entre una masa de campesinos recientemente urbanizada y ávida de obtener un terruño para vivir y un grupo de políticos, también recién llegados a la política, que necesitaban de los votos para acceder a los los cargos públicos. Estas prácticas políticas, y sobre todo electorales, fueron adoptadas por casi la mayoría de los grupos de la ciudad, en parte de manera obligada, debido al aumento de los caudales electorales movilizados, que los hubieran hechos desaparecer del escenario político.[3]
viernes, 22 de julio de 2011
Colonias extranjeras en Barranquilla
Este texto fue publicado en forma de libro por Ediciones Uninorte y contó con el apoyo de José Amar Amar, decano de la División de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad del Norte en Diciembre de 2008.Las colonias extranjeras y las representaciones consulares en Barranquilla.
Por Jorge Villalón
Introducción
En la memoria intelectual de la ciudad siempre se lee o se escucha que Barranquilla es una ciudad sin historia. A principios del tercer milenio, esta idea que le niega a Barranquilla la cualidad de tener historia se torna quizás más comprensible al distinguirse, desde la distancia del tiempo pasado, los procesos de los últimos dos siglos. La historiografía sobre Barranquilla que se ha escrito en los últimos veinte años, ya puede dar cuenta de ciertos hechos que constituyen hoy fundamentos sólidos para pensar el presente y el futuro de nuestra ciudad a partir de la reflexión sobre su pasado, la cual nos muestra las diversas experiencias que la ciudad ha vivido en su relación con el mundo.
En el período que comienza desde la guerra de independencia hasta nuestro presente, cerca de doscientos años, lo que más llama la atención es que de manera casi inesperada el insignificante caserío llamado Barranquilla se convierte a partir de 1870 en la ciudad más pujante de la costa norte de Sudamérica. Este auge comercial, portuario, industrial, y cultural de la ciudad comienza a disiparse a mediados del siglo XX. La década entre 1957 y 1967 marca el comienzo de una profunda crisis generalizada que perdura hasta nuestros días. El período de auge entre 1870 y 1960, casi un siglo, ha cautivado a la mayoría de los historiadores que han escrito libros y artículos, fascinados quizás por lo que parece haber sido un milagro. El período de decadencia, en cambio, que es el que nos ha tocado vivir a nosotros, no ha sido de mucho interés para los estudiosos del pasado.
Este trabajo tiene unos objetivos muy modestos y pretende solo responder a la pregunta sobre el papel que le corresponde a las colonias de extranjeros y sus respectivos consulados en el auge que experimentó la ciudad desde fines del siglo XIX, como también observar el papel que han jugado estas nacionalidades en el último medio siglo de decadencia. Al hacer este balance, quizás nos ayude a los extranjeros a interpretar mejor el momento en el cual nos encontramos a principios del tercer milenio y así intentar hacer nuestro aporte a los problemas de la ciudad recogiendo los sentimientos de amor que sintieron numerosos inmigrantes que entregaron lo mejor de sus vidas para hacer más amable nuestro habitar en esta tierra que nos ha acogido de manera tan desinteresada.
Es necesario aclarar que no se trata de un trabajo académico ajustado a las normas rigurosas de la historiografía actual, sino que solo pretende mostrar de manera resumida las más destacadas páginas de diversos autores que han guardado la memoria de las actividades de las colonias de extranjeros en su paso por la historia de Barranquilla. Es deseable que esta compilación de crónicas y recuerdos sirva de base para posteriores estudios de carácter académico sobre este interesante tema de las colonias extranjeras y los consulados en la historia de Barranquilla.