Barranquilla

lunes, 12 de septiembre de 2011

Barranquilla y la Regeneración


BARRANQUILLA Y LA REGENERACIÓN

Por Jorge Villalón

Presentación

La historia de Barranquilla por no estar fijada tiene una existencia inexistente, escribía el “Sabio catalán” en 1940 en una crónica periodística a propósito de la publicación de unas crónicas locales de Miguel Goenaga. Debió haber dicho quizás que “la historiografía” sobre la ciudad no existe, ya que hasta ese momento eran muy pocos los libros sobre el tema. En 1955 el joven periodista Gabriel García Márquez publicó un reportaje sobre las obras civiles de Bocas de Ceniza para el diario capitalino El Espectador, en el cual se encuentra la siguiente frase: Barranquilla es una ciudad sin historia[1]. Es difícil saber con exactitud qué quiso decirnos el genial escritor, pero al menos podemos comprobar que solo existían unos tres libros sobre el pasado de la ciudad, muy valiosos y útiles, pero escritos por intelectuales sin formación académica. Es poco probable que el joven cronista los haya tenido en sus manos y escribió su artículo recogiendo memoria oral.[2] Tampoco se encontró con el historiador norteamericano Theodore Nichols, quien estuvo en la región un poco antes de 1950 escribiendo su tesis doctoral, titulada Tres puertos de Colombia: Cartagena, Barranquilla y Santa Marta, que se constituye en el primer trabajo historiográfico sobre Barranquilla y abarca desde 1850 hasta 1950, que es el período de auge económico de la ciudad, especialmente los últimos años del siglo XIX, que son los años de la llamada “Regeneración”, tema que nos ocupa en este trabajo.
En el resumen de la tesis de Nichols se encuentra la siguiente afirmación que nos motiva para estudiar la relación que existió entre el poder central de la capital del país y la ciudad de Barranquilla en los momentos en que se producía un importante cambio político de la nación colombiana. El texto dice: Antes de finalizar el siglo, Barranquilla era indiscutiblemente el puerto más importante de Colombia, pasando en pocas décadas de ser un insignificante establecimiento ribereño a esta inminente posición. Los factores políticos parecen no haber tenido mucha influencia: las facciones iban y venían al igual que las revoluciones pero el crecimiento constante de Barranquilla escasamente se vio afectado[3]. Ya al finalizar el siglo XIX, el viajero francés Pierre D’Espagnat nos dejó una imagen, que coincide con la de Nichols, respecto a lo que fue Barranquilla en esos años: () vulgar y demasiado joven, preocupada únicamente de comercio, industrias, de relaciones marítimas, creada por la fuerza de la necesidad bajo la presión económica del rico país que desemboca en ella[4].
Este breve trabajo pretende contribuir a la comprensión de esta etapa de la historia colombiana, en la que se observa el contraste entre la capital del país, preocupada del orden jurídico y político de la nación con guerras civiles, una nueva Constitución, y una ciudad portuaria que experimenta un auge económico y cultural sin que los conflictos políticos nacionales hayan afectado su desarrollo.
Para comprender mejor este proceso se dará una breve mirada al contexto continental por medio de algunos autores que han intentado hacer historias generales de América Latina. Del mismo modo, se presentan algunos juicios históricos sobre la Regeneración por parte de los historiadores sobre Colombia y una mirada al tema de las fuentes documentales. Luego se hará una descripción de algunos acontecimientos políticos más relevantes ocurridos en Bogotá y otros centros regionales. Finalmente, sobre Barranquilla se intentará destacar los escasos acontecimientos políticos del período y una descripción de la evolución económica. Al mirar estos diversos planos se espera alcanzar un cierto grado de comprensión de una etapa de la historia de la ciudad de Barranquilla en su relación con el poder central y con el mundo.
Es importante destacar los límites de este trabajo porque las intenciones son más bien modestas y solo buscan colocar la reflexión sobre la historia a disposición de la comunidad académica, y también de los actuales protagonistas en nuestro presente, sin ninguna pretensión. Es oportuno destacar las palabras del fundador de la historiografía, Leopoldo Von Ranke, quien en 1824 hizo una especie de advertencia a todos aquellos que se dedican a este oficio de la reconstrucción del pasado. He aquí sus palabras: Se le asignado a la Historia la misión de ordenar el pasado e instruir al mundo contemporáneo sobre los años futuros. Este tipo de misiones no lo contempla el presente trabajo: él quiere meramente mostrar cómo realmente ha sido[5].